Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 50
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 50:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Hace solo unos minutos, la multitud susurraba a espaldas de Marc, pero en cuanto Haley lanzó las acusaciones infundadas contra Stella, su juicio se decantó hacia ella sin dudarlo. Era ridículo lo rápido que cambiaban de opinión, sin lealtad hacia nadie.
Stella no les prestó ninguna atención. Al fin y al cabo, ninguno de ellos la conocía realmente. Si hoy podían insultarla por culpa de Haley, mañana podrían cambiar de bando con la misma facilidad.
Así que no merecía la pena discutir con mentes tan volubles.
Lanzó una mirada a Marc. Tenía el rostro tenso por la indecisión, dividido entre ambos bandos, y Stella no pudo evitar encontrar todo aquello bastante divertido.
Luego dirigió su atención a Haley, que parecía demasiado satisfecha consigo misma. La voz de Stella era tranquila, pero clara. —Me acusas de acostarme con cualquiera, ¿tienes pruebas? Porque si no es así, lo que estás haciendo es difamación. Y puedo llevarte a los tribunales por ello.
Stella se acercó más, mirando fijamente a Haley. —Hablas con mucho detalle, sobre los juguetes, la ropa. ¿Estabas escondida en la habitación? O tal vez, solo tal vez, fuiste tú quien lo preparó todo desde el principio.
Stella había visto a Haley en el hotel con sus propios ojos, así que estaba segura de que todo había sido planeado por ella.
La forma en que hablaba ahora ni siquiera parecía una pregunta, era más bien una afirmación.
Haley se puso rígida. Sabía lo que había hecho, pero con Marc y la gente mirando, admitirlo era imposible.
Sacudió rápidamente la cabeza, buscando las palabras adecuadas. —Bueno, alguien lo vio y me lo contó. Stella, ¿no has oído el dicho? La verdad siempre sale a la luz. Deberías pensarlo bien.
Intentando recuperar la confianza, Haley se acercó y levantó la barbilla, obligándose a parecer valiente.
Pero cuanto más se envalentonaba, más evidente era: era culpable y estaba tratando de ocultarlo.
Stella soltó una risita. «Está bien. Si estás tan segura, enséñanos las pruebas. ¿Qué juguetes? ¿Qué hombres? Vamos, enséñanos».
Encuentra más en ɴσνєℓα𝓼4ƒα𝓷.𝒸ø𝓂 para ti
Stella había aprendido esto hacía mucho tiempo: no le debía explicaciones a nadie, y menos aún a gente como ellos.
Si Haley realmente creía lo que decía, entonces debía demostrarlo. De lo contrario, no eran más que palabras vacías.
Haley miró desesperadamente a Jazlyn, que solo frunció el ceño, claramente tan perdida como ella.
Cada vez más frenética, la instó: «Jazlyn, dale, di algo, lo que sea».
Pero, para su sorpresa, Jazlyn se estremeció y soltó: «¡Haley, enséñales las pruebas! ¿No dijiste que lo viste todo tú misma?».
Haley se quedó allí atónita. ¿Qué? ¿No se suponía que Jazlyn tenía las fotos? Al parecer, ambas habían dado por sentado que la otra tenía las pruebas. Ahora, todo su plan se desmoronaba ante los ojos de todos.
Stella observaba su confusión como si se tratara de un guion mal escrito. No pudo evitar reírse ligeramente. «¿Qué pasa? ¿No lo encuentras? ¿Quieres que te eche una mano? Quizás debería empezar a contar los detalles… como cuándo empezasteis tu pequeña aventura Marc y tú y lo que habéis estado haciendo a puerta cerrada. ¿Queréis que os lo explique con detalle?».
No estaba fanfarroneando. Siempre venía preparada para momentos como este. La verdad era que Marc y Haley habían sido tan descuidados que ni siquiera necesitaba pruebas concretas: sus acciones hablaban por sí solas.
Mientras los murmullos se extendían por la sala, la gente volvió la mirada hacia Marc y Haley, que ahora estaban de pie, incómodos bajo el peso del escrutinio público.
La tensión en el aire era insoportable.
Marc contuvo el aliento al encontrarse con la mirada inquebrantable de Stella.
Por primera vez, se dio cuenta de que ella lo había sabido todo desde el principio. Lo sabía todo. Y, aun así, no había dicho ni una palabra hasta ahora.
Su voz temblaba mientras daba un paso adelante. —Stella, espera, por favor, déjame explicarte.
Pero Stella no se inmutó. Cuando Marc se acercó a ella, levantó con calma la copa de vino que tenía en la mano y, al segundo siguiente, le echó todo el contenido directamente a la cara.
.
.
.