Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 46
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Capítulo 46:
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No era el momento de mostrar sus emociones. Marc se apresuró a borrar cualquier atisbo de emoción de su rostro y siguió avanzando entre la multitud como si no hubiera oído nada. Los susurros aún resonaban a sus espaldas, pero él siguió adelante, sin inmutarse. Al menos, eso es lo que parecía.
A su alrededor, los invitados intercambiaban miradas cómplices, pero ninguno se atrevía a hablar en voz alta.
Haley se dio cuenta de cómo la miraba la gente, con curiosidad, especulando, pero en lugar de encogerse ante su juicio, levantó la barbilla con orgullo. ¿Y qué si Marc todavía estaba casado? Ella era la que estaba a su lado esa noche. ¿Y hoy? Hoy era el día en que Stella finalmente había perdido.
En el segundo piso, Marc vio al Sr. Williams y se dirigió hacia él. —Sr. Williams, cuánto tiempo sin verle.
El Sr. Williams, un astuto inversor conocido por apostar solo por ganadores, se volvió con una sonrisa caballerosa y le tendió la mano.
—Sr. Walsh. Cuánto tiempo.
Entonces, la mirada del Sr. Williams se posó en Haley y entrecerró ligeramente los ojos.
Todos los que formaban su círculo sabían que Marc estaba casado con Stella.
Durante años, Marc se había labrado una imagen de marido fiel, reservado y profundamente devoto. Por eso, ver a otra mujer pegada a él aquella noche suscitó algunas preguntas tácitas. Pero todos eran adultos. Nadie lo diría en voz alta.
Haley, llena de confianza y encanto, dio un paso adelante. —Sr. Williams, es un placer conocerle por fin. He oído hablar mucho de su trabajo.
El Sr. Williams le dirigió un gesto cortés con la cabeza, aunque su sonrisa no llegaba a sus ojos. Su actitud era educada, pero fría. Haley lo notó al instante y, por un segundo, su sonrisa se desvaneció.
Antes de que Marc pudiera retomar la conversación, otro invitado se acercó para charlar con el Sr. Williams, interrumpiendo a Marc a mitad de la frase. La irritación se reflejó en los ojos de Marc, pero se la tragó.
Haley le tiró suavemente del brazo. —Marc, vamos allí.
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Intentaba parecer despreocupada, pero por dentro estaba rebosante de expectación. Según el plan que había acordado con Jazlyn, las fotos ya deberían haber sido publicadas. En cualquier momento.
Haley ya se lo imaginaba: la humillación pública de Stella, su madre apareciendo para verlo todo y Marc dándose cuenta por fin de quién merecía estar a su lado. Pero cuando miró su teléfono… nada. Ni fotos. Ni mensajes. Ni rastro de Jazlyn. Su sonrisa se tensó. ¿Qué demonios estaba pasando? Jazlyn había tenido todo el día para enviarle las fotos. ¿Por qué no las había enviado?
El plan era infalible. Solo ellas dos lo conocían.
¿Quizás Jazlyn se había acobardado?
Al fin y al cabo, al principio habían planeado fingirlo, pero ayer Haley había ido un paso más allá. Había pedido a los hombres que lo hicieran de verdad.
¿Podría ser que Jazlyn pensara que era demasiado y las hubiera retenido a propósito? Sacó el teléfono y le envió un mensaje directo a Jazlyn pidiéndole que fuera a su casa.
Sería más fácil convencerla en persona.
Mientras tanto, Jazlyn había estado toda la tarde holgazaneando en una mesa de juego privada, cada vez más irritada. Llevaba desde por la mañana esperando que llegaran las fotos. Nada. Y lo que era peor, los hombres que habían contratado no respondían.
Sus privilegios habituales —citas en salones VIP, descuentos en artículos de lujo— habían sido misteriosamente revocados.
Tenía intención de llamar a Haley, pero una partida de cartas con las otras socialités la había distraído.
Ahora, al ver el mensaje de Haley, se levantó de un salto. —Oh, ustedes sigan jugando. Tengo que irme, mi hijo y mi nuera me necesitan —dijo con aire presumido. Las otras mujeres intercambiaron miradas divertidas. ¿Nuera? ¿Desde cuándo lo admite?
De camino al evento, Jazlyn intentó darle sentido a todo. Quizás Haley había recibido las fotos directamente y estaba esperando a que ella apareciera para revelárselo todo juntas.
Eso sería perfecto. La idea la emocionó.
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