Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 39
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Capítulo 39:
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Stella miró a la pareja y soltó una carcajada brillante y desenfrenada. «Solo estoy diciendo la verdad. ¿Esa tarjeta de socio que tanto te gusta? Mi amiga es la dueña del salón de belleza, y te conseguí un descuento del noventa por ciento. Los suplementos para la salud que tomas todos los meses, ¿por qué no le preguntas a Marc quién paga realmente la factura? Y todo el mundo en el casino sabe perfectamente a cuántos has pisado».
Todas esas ventajas de las que disfrutaba Jazlyn nunca habían significado nada para Stella. Solo los suplementos mensuales suponían una suma considerable, pero Stella nunca le había pedido ni un céntimo a Marc, siempre había corrido con los gastos. Ahora que el divorcio estaba en marcha, no veía ninguna razón para no reclamar hasta el último céntimo, más los intereses.
La expresión de Jazlyn se agrió con cada palabra.
Puede que fuera superior a Stella socialmente, pero Stella no era conocida por inventarse historias.
Jazlyn estaba muy acostumbrada a sus citas habituales de belleza, y esos suplementos le parecían indispensables. Si perdía el acceso a cualquiera de ellos, su cuerpo lo notaría sin duda.
La idea dejó a Jazlyn insegura, y bajó la mirada por un momento.
Esas ventajas eran muy reales.
Haley, dándose cuenta de su vacilación, sintió una oleada de nervios. Agarró la mano de Jazlyn y soltó: —Por favor, señora Walsh, no se preocupe. A partir de ahora, me aseguraré de que tenga todo lo que necesita. ¡Su nivel de vida no bajará, se lo juro! Suplementos, tratamientos de salón… Tengo muchos contactos. Yo me encargaré de todo.
Stella percibió el tono desesperado de Haley y luchó por no poner los ojos en blanco.
Todo lo que había mencionado hasta ahora era solo la punta del iceberg.
El estado de Jazlyn era delicado y los suplementos habituales no eran suficientes: necesitaba un remedio difícil de conseguir que no se podía comprar, por mucho dinero que se tuviera.
La propia Stella había tenido que viajar al extranjero y pasar más de dos semanas buscándolo.
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A Jazlyn le importaba mucho las apariencias y aprovechaba cualquier oportunidad para ascender en la escala social.
Después de que Stella se casara con Marc, había hecho todo lo posible para conseguirle a Jazlyn un prestigioso título de profesora en una universidad, aunque fuera principalmente ceremonial. Ese título le había abierto innumerables puertas a Jazlyn.
En cada acto escolar, podía subir al escenario y empaparse de la admiración que alimentaba su orgullo año tras año.
Pero ahora, con Stella fuera de escena, era casi seguro que la universidad le quitaría ese honor.
Haley podría apretar los dientes e intentar mover los hilos, pero, como heredera de la familia Smith, ¿realmente llegaría tan lejos por Jazlyn?
Eso parecía muy poco probable.
Si se negaba a obedecer, Jazlyn armaría un escándalo y sumiría a toda la familia Walsh en el caos.
Con ese pensamiento, Stella se encontró casi anticipando el espectáculo.
Haley, ajena a la diversión que brillaba en los ojos de Stella, puso todo su empeño en manipular a Jazlyn, instándola a presionar a Stella y Marc para que se separaran.
La paciencia de Jazlyn finalmente se agotó. Señaló con el dedo a Stella, con la voz temblorosa por la frustración. —Está bien. Si dices que todo se ha acabado, que así sea. ¡Pero quiero que te divorcies de mi hijo, ahora mismo!
Stella se limitó a negar con la cabeza, cansada. Como era de esperar, Haley solo tuvo que insistir un poco para que Jazlyn se enfadara.
Reclinándose en el sillón, Stella observó a las dos mujeres que tenía delante, con sus posturas rígidas y llenas de importancia. —Está bien. Pero para divorciarse es necesario que ambas partes estén presentes. Si consigues que Marc venga, no me interpondré en tu camino. Esperaba algún ultimátum grandilocuente, pero eso era todo lo que tenían: otra estratagema para que ella solicitara el divorcio primero.
Qué pérdida de tiempo tan inútil.
Ni Jazlyn ni Haley pudieron responder.
Eran dolorosamente conscientes de que Marc se negaba incluso a hablar del divorcio; si no fuera así, no habrían traído a Stella aquí en secreto.
Jazlyn perdió los estribos. «Soy la madre de Marc. ¿Eso no cuenta para nada? ¡Quiero que se vayan, y aunque se nieguen, tendrán que irse!».
A Stella todo aquello le parecía un poco ridículo. «Jazlyn, no estoy cuestionando tu autoridad, pero no puedes firmar esos papeles en nombre de Marc. Si estás tan decidida, quizá deberías dedicar tu energía a convencerlo a él en lugar de malgastarla conmigo».
Stella había conseguido lo que quería de la reunión. Con un gesto frío, se echó el bolso al hombro y se dirigió hacia la puerta.
Jazlyn intentó instintivamente bloquearle el paso, pero no encontró ninguna justificación, por lo que se vio obligada a dejar que Stella se marchara sin oponer resistencia. Aun así, Jazlyn se negó a sentirse ansiosa: se consoló pensando que Stella no tardaría en pagar por ello.
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