Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 388
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Capítulo 388:
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Al día siguiente, en el instituto de investigación, Stella se topó con Lainey en uno de los pasillos.
Lainey no perdió ni un segundo: agarró a Stella del brazo y la llevó a un lado. «¡Stel, gracias a Dios que por fin has llegado!», le susurró con urgencia. Al notar la urgencia en el rostro de Lainey, Stella preguntó inmediatamente:
«¿Qué pasa? ¿Ha vuelto a ocurrir algo con el proyecto?».
Lainey suspiró profundamente. «Alguien se presentó en el instituto antes de que llegaras esta mañana».
«¿Quién era?», preguntó Stella con curiosidad.
Lainey la miró con incredulidad, suspiró de nuevo y le dio un golpecito en la frente. «¡Era Willow, la prometida de William!».
Stella frunció ligeramente el ceño, pero no le dio mucha importancia. ¿Qué tenía que ver ella con la visita de Willow a William?
Lainey la miró fijamente, claramente frustrada por su actitud indiferente.
«Willow ha venido hoy y ha traído regalos caros para todos los del instituto. Era obvio que quería dejar claro algo», dijo Lainey, apretando los labios. —Incluso sonrió y nos dijo que no nos tomáramos en serio el mal genio de William, como si ella fuera la jefa o algo así. Y por si fuera poco, terminó con una advertencia disfrazada de amabilidad. Nos dijo que estuviéramos atentas a cualquiera que pudiera estar secretamente interesada en William y que el regalo de hoy era su forma de agradecernos por adelantado.
En pocas palabras, la visita de Willow no fue más que un anuncio público de que era la prometida de William y, al mismo tiempo, un sutil golpe dirigido directamente a Stella.
Al fin y al cabo, todo el mundo en el instituto sabía que, antes de que Willow entrara en escena, William y Stella siempre habían sido muy amigos. Algunos incluso daban por hecho que eran pareja.
Así que no hacía falta ser muy listo para adivinar a quién iba dirigida Willow.
Solo entonces Stella se dio cuenta del peso de aquellas palabras. Se había mantenido alejada de William, pero, de alguna manera, seguía estando en medio del fuego cruzado.
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Stella miró a Lainey con expresión de impotencia. —Nunca ha habido nada entre William y yo. Siempre hemos sido solo compañeros de trabajo, nunca cruzaría esa línea.
Lainey le dio una palmada tranquilizadora en el hombro. —Yo lo sé. Pero Willow claramente no.
Stella se sintió acorralada, como si, dijera lo que dijera, la gente seguiría pensando lo peor. Y una cosa le dolió especialmente: William nunca le había dicho a Willow que no le gustaban las mujeres. Si lo hubiera hecho, Willow no estaría tan a la defensiva.
Darse cuenta de eso la molestó. Volviéndose hacia Lainey, le preguntó: —¿Ha aparecido William hoy?
Lainey pareció desconcertada por la pregunta repentina. —No creo que haya llegado todavía —respondió.
Stella respiró hondo para calmarse. —Si aparece, avísame. Necesito hablar con él.
Lainey se inclinó ligeramente y le habló en voz baja. —La gente aquí os está observando mucho a William y a ti. Si te acercas a él ahora, solo confirmarás las sospechas de Willow. Si es tan importante, quizá deberías llamarle.
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