Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 373
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Capítulo 373:
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Se volvió hacia él. «Sr. Smith, ¿qué opina?».
Shaun miró fijamente a Nixon, que estaba en pánico. Después de un momento, suspiró. «Nixon ha sido nuestro proveedor durante años. Quizás realmente fue alguien de su equipo quien tomó atajos. Le daré una oportunidad más».
Nixon casi se cae de rodillas del alivio. «¡Gracias, Sr. Smith! ¡Gracias por confiar en mí!».
Stella no insistió más. Como Shaun había tomado la decisión, ella la respetaría, por ahora. Asintió con la cabeza. «Está bien. Pero se sustituirá hasta la última pieza defectuosa».
«¡Por supuesto! ¡Lo supervisaré personalmente!».
Mientras Stella y Shaun se subían al coche, Nixon se quedó junto a la puerta del recinto, sonriendo y saludando como un tonto. Shaun no dijo nada, pero observó al hombre con atención por la ventanilla trasera. La sonrisa de Nixon se desvaneció cuando el coche se alejó.
Una vez que desaparecieron de su vista, Stella suspiró, todavía inquieta. Shaun la dejó en el instituto de investigación y ella volvió al trabajo, pero seguía sintiendo un mal presentimiento. Algo en todo aquello no le cuadraba. Después del trabajo, se puso a investigar los antecedentes de Nixon.
Lo que descubrió fue impactante. El tipo era un delincuente reincidente. Tenía un historial de desviar dinero de proyectos como este. Diez años atrás, un edificio construido con sus materiales se derrumbó y hubo víctimas mortales.
Stella se quedó paralizada frente a la pantalla, con el corazón encogido a medida que leía. Cuanto más investigaba, más claro lo veía: el proyecto del Grupo Smith no era un simple trabajo de construcción. Estaba plagado de agendas ocultas.
Nixon apenas había terminado la escuela primaria. No tenía antecedentes destacados. Sus padres eran simples granjeros. Sobre el papel, no era nadie. Y, sin embargo, de alguna manera, había logrado ascender hasta codearse con algunos de los nombres más importantes del sector.
¿Y aquella muerte de hacía una década? No hubo investigación policial. Ni indignación en los medios, ni siquiera un susurro en Internet. Había quedado enterrada. Por completo.
Eso solo podía significar una cosa: Nixon no era un simple intermediario codicioso. Alguien poderoso lo protegía. Movía los hilos entre bastidores.
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Su participación en este proyecto no era casual, formaba parte de un plan mayor. La mente de Stella volvió a la obra. Ese olor químico sofocante había sido peor que cualquier otro que hubiera olido antes. No eran solo materiales baratos, eran tóxicos. Del tipo que podía causar daños reales y duraderos.
Con su experiencia en el laboratorio, su olfato estaba entrenado para detectar incluso los más mínimos rastros químicos. No necesitaba un informe de laboratorio para saber que algo iba muy mal.
Ya no se trataba solo de un negocio turbio. Aunque el problema no se limitara al proyecto del Grupo Smith, tenía que detenerlo antes de que otros resultaran heridos. Todo ese lote de materiales tenía que ser destruido, y rápido.
Y ahora, al recordar lo que había pasado ese mismo día, cómo ella y Shaun habían acordado darle otra oportunidad a Nixon, el arrepentimiento se le retorcía en las entrañas.
Abrió su teléfono y le envió a Shaun todo lo que había encontrado. Todos los informes. Todos los enlaces. Todos los detalles.
Y luego añadió un breve mensaje. «Sr. Smith, Nixon ya ha hecho esto antes. Es un reincidente. Alguien como él no merece nuestra confianza».
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