Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 333
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Capítulo 333:
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«Olvídate de ellos, Sandra. Concéntrate en nosotras. Tenemos la habilidad, solo están intentando minar nuestra confianza. Sus trucos no funcionarán, ¿de acuerdo?».
Sandra respiró hondo y asintió con firmeza. —Lo entiendo, Sylvia. Me recompondré.
—¿Cómo está Elbert? —preguntó Stella.
Sandra asintió rápidamente. —Está bien. Me dijo que viniera aquí y me calmara.
Al salir del baño, se topó con William, que estaba justo delante de la puerta.
«¿Por qué siempre…?» —comenzó Stella, con la mente volviendo al mismo truco turbio de hacía tres años: la coincidencia en los temas. ¿Podría ser realmente una coincidencia? ¿O los jueces estaban favoreciendo una vez más al otro equipo? Era casi como un déjà vu.
—Stella, no me digas que estás perdiendo la confianza solo porque su tema es similar al tuyo —preguntó William con seriedad.
Su pregunta la tomó por sorpresa. No era lo que esperaba oír y, por un momento, no supo cómo responder.
«Los dos hemos trabajado en tu tema. He visto lo minucioso que es. Aunque se solapen, nuestra ejecución es mejor. ¿De verdad vas a derrumbarte como el Sr. Hoffman y dejar que esa similitud te desanime?».
Stella negó rápidamente con la cabeza: no, no quería repetir ese error. Pero no podía quitarse la sospecha de la cabeza. ¿Cómo podían ser los temas iguales en un noventa por ciento si no era porque alguien de dentro lo había filtrado?
«No es momento de darle vueltas a las sospechas», añadió. «Ahora mismo, tu único trabajo es terminar esta competición. ¿No estabas decidida a ganarles por completo? No me digas que lo has olvidado».
«No lo he olvidado. Confía en mí». Stella se enderezó y adoptó un tono firme.
—Bien —dijo William, con la mirada fija—. Entonces usa ese mismo fuego que me acabas de mostrar y lánzate contra ellos. Creo en ti.
Stella abrió la boca para discutir, no era su intención contestarle, pero la segunda parte de sus palabras la hizo detenerse. Sus ojos se suavizaron ante el inesperado impulso de confianza.
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—Lo tengo —dijo—. El descanso casi ha terminado. Vuelvo al escenario.
William la vio marcharse, con las manos en los bolsillos, antes de volver tranquilamente a su asiento entre el público.
Una vez reanudada la competición, Stella volvió a estar en forma: tranquila, perspicaz, concentrada. Su equipo acertó las siguientes preguntas, eclipsando a sus oponentes. Stella notó los sutiles gestos de asentimiento y las sonrisas de los jueces, una clara señal de que su actuación estaba siendo bien recibida.
Luego llegó la pregunta final y decisiva, dirigida a ambos equipos. Después de que el juez la leyera en voz alta, el presentador activó los micrófonos de Sandra y del representante del otro equipo. Sandra susurró brevemente con Stella y Elbert, luego se levantó con elegancia y dio una respuesta clara y segura. Impecable. El otro equipo también respondió, pero su respuesta carecía de sustancia y pulido. Los jueces no hicieron ningún comentario, pero sus expresiones lo decían todo.
«Hemos concluido la ronda de preguntas y respuestas», anunció el presentador. «Ahora, cada equipo presentará su proyecto técnico en directo en el escenario. Tienen diez minutos».
Ese giro tomó por sorpresa al equipo rival. Stella sonrió con aire de suficiencia: si estaban sorprendidos, es que no se habían preparado. Era su momento.
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