Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 314
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Capítulo 314:
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Esta noche era la oportunidad perfecta para lucir los diseños de Yusip Twasto y quizá dar a conocer la marca en el país.
William se encontró con la mirada de Stella, sorprendido por el brillo de sus ojos, y decidió no insistir más.
Cuando salieron media hora más tarde, Stella apareció con un vestido de sirena color champán que se ceñía a su figura con una elegancia discreta. Alrededor del cuello llevaba un delicado collar cuyos eslabones cristalinos brillaban contra su piel, con una serie de perlas luminosas que descansaban justo en la clavícula. Debajo de ellas, un llamativo zafiro, rodeado de nácar, parecía brillar con una profundidad oceánica que atraía la mirada.
El frío resplandor de la joya contrastaba con la suave piel de Stella, envolviéndola en una luz etérea.
William se quedó paralizado, momentáneamente sin palabras.
—¿Listo para irnos? —preguntó Stella, mirándolo con cierta confusión mientras él se demoraba en la puerta.
Él carraspeó y rápidamente apartó la mirada. —Sí. Vamos.
En cuanto entraron en el salón de banquetes, el murmullo de las conversaciones se vio interrumpido por alguien que llamaba a William desde el otro lado de la sala.
Mientras se dirigían hacia el lugar de donde provenía la voz, Stella vio a Steven entre los invitados, de pie junto a un hombre de hombros anchos vestido con un traje azul marino. Si su suposición era correcta, ese debía de ser Anson.
—¡William! Cuánto tiempo. Veo que sigues siendo el centro de atención —bromeó Anson, dándole una palmada en el hombro a William antes de mirar a Stella con curiosidad apenas disimulada. La estudió durante un momento—. ¿Y tú eres…?
William hizo una presentación elegante. —Sylvia Gilbert, la nueva directora ejecutiva de Nebula. Es una de mi equipo.
Steven no pudo evitar poner los ojos en blanco ante el tono excesivamente formal de William.
Stella le dio a Anson un apretón de manos firme. —Es un placer, señor Mitchell.
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Las gafas con montura dorada de Anson reflejaron la luz al devolverle el apretón de manos, con una sonrisa intrigada en los labios. —El placer es mío, señorita Gilbert. Tengo que decir que es raro ver a una mujer acompañando a William, debe tenerla en alta estima».
Su comentario pilló a Stella un poco desprevenida, pero antes de que pudiera responder, William intervino con suavidad. «Ya basta de hablar de nosotros. Anson, Marlowe y tú lleváis juntos muchos años, ¿cuándo vas a pedirle por fin que se case contigo?».
Anson desvió inmediatamente la atención y soltó la mano de Stella con una risa rápida. «¿Por qué no te preocupas por tu propia vida amorosa? Que yo sepa, Steven y tú seguís solteros. Marlowe y yo somos perfectamente felices». En lo que respecta al matrimonio, era algo que tenía que suceder.
Steven resopló con desdén. «No me metas en el mismo saco que a él. Nunca me faltan admiradoras, tengo más que suficientes a mi alrededor».
Anson se limitó a reír, volviendo a centrar su atención en Stella. —Señorita Gilbert, por favor, siéntase como en su casa esta noche. Trate este lugar como si fuera suyo, no hay necesidad de ser tan formal.
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