Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 307
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Capítulo 307:
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Cuando llegaron al restaurante, el camarero los recibió con una sonrisa de disculpa. «Lo siento mucho, todas nuestras salas privadas están ocupadas. Pero tenemos una gran sala abierta disponible, si les parece bien».
Elbert y el equipo echaron un vistazo al espacio abierto y asintieron rápidamente. «Está bien, nos vale».
Con todo el equipo reunido, la comida fue ligera y distendida, y Stella no se sintió incómoda en absoluto: se integró con naturalidad y disfrutó del momento como todos los demás.
En una mesa tranquila al otro lado del restaurante, Doreen aceptó el filete cortado con esmero que Marc había colocado en su plato.
—Gracias, señor Walsh, es usted todo un caballero. Le he invitado a cenar hoy para agradecerle debidamente su ayuda de antes. Creo que hay que saldar las deudas rápidamente, espero que lo entienda.
Marc se sentó frente a Doreen, sintiendo una tranquila oleada de nostalgia.
A Stella tampoco le gustaba deber nada a nadie.
Al mirar ahora a Doreen, con su voz suave y sus modales reflexivos, le pareció estar hablando con una versión de Stella de otra época.
«Sr. Walsh, he oído que usted mismo dirige todo el Grupo Walsh», dijo Doreen con una sonrisa amable. «Debe de ser agotador. ¿Come bien?». Dudó y luego añadió: «Si no le importa… podría traerle el almuerzo algún día. Lo cocinaré yo misma. Sin aditivos, solo algo sano. Es un pequeño agradecimiento por todo lo que ha hecho por mí».
Marc observó su sonrisa, se fijó en cómo se curvaban sus ojos cuando hablaba y, por un instante, su mente se transportó a la expresión de Stella cuando le llevaba la comida, siempre tan cuidadosa, tan atenta.
«No es necesario», respondió él tras una pausa. «Tienes las manos demasiado delicadas para trabajar en la cocina».
El cumplido tomó a Doreen por sorpresa.
Nadie le había dicho nunca algo así.
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La calidez de sus palabras permaneció en su pecho, pero antes de que pudiera decir nada más, un movimiento llamó su atención hacia la esquina sureste del restaurante.
Ambos se volvieron. Stella. Estaba sentada a poca distancia.
Doreen observó cómo su sonrisa se desvanecía por un segundo. Bajó la cabeza brevemente y luego la volvió a levantar, tranquila y serena.
Habló con inocente curiosidad. —Señor Walsh, ¿no es Stella la que está allí? ¿No quiere ir a saludarla?
Marc frunció ligeramente el ceño. Entrecerró los ojos al ver a Stella hablando con William, y una expresión de incomodidad se dibujó en su rostro. —No.
Doreen le dio un suave codazo en la mano. —Vamos. ¿Qué probabilidades hay de que te la encuentres aquí? ¿Por qué desperdiciar el momento?».
Mantuvo un tono ligero, casi burlón. Su objetivo no era empujarlo hacia Stella por amabilidad, sino acercarse ella misma.
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