Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 285
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Capítulo 285:
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Stella, reacia a detenerse en la tensión que se respiraba a su alrededor, se obligó a parecer tranquila. —Seguro que ha sido un accidente. No te preocupes, ya puedes irte. —Le hizo un gesto a Doreen para que se marchara.
Pero Doreen, con la voz ya temblorosa, no pudo contenerse. —Pero… ¿y el vestido? No puedo pagarlo…
Ni siquiera había terminado su súplica cuando una voz despectiva rompió la tensión.
—Stella, nunca esperaba esto de ti. Ahora que te has pegado a William, ¿crees que puedes pasearte por aquí, comportándote como si fueras la dueña del lugar y metiéndote con gente que no puede defenderse?
Stella frunció el ceño al volverse y ver a Marc acercándose a ella con un elegante traje blanco.
—No solías comportarte así. ¿Cuándo empezaste a creerte tan importante? —preguntó con voz seca.
Incluso desde lejos, Marc había sido testigo de toda la escena. Había visto a Doreen limpiando el vestido de Stella, mientras William se quedaba cerca, respaldándola. Aunque no había oído las palabras, Marc estaba seguro de que Stella había regañado a Doreen.
El recuerdo de Stella reprendiendo a su madre en el mercado resurgió y la irritación se apoderó de él.
—No es la primera vez que maltratas a alguien. ¿No te das cuenta de en qué te has convertido? ¿Cuándo empezó todo esto? —Estuvo a punto de añadir que todo había ido mal desde el momento en que ella se había acercado a William, que nunca debería haber estado cerca de él.
Stella exhaló lentamente.
—Dime, ¿cuándo he intimidado a alguien?
Marc apenas le prestó atención. —No tienes que defenderla. Yo vi lo que pasó. Tenías los ojos hinchados.
Doreen abrió los labios para responder, pero no le salieron las palabras. Durante un segundo, se quedó allí parada, sin saber cómo continuar.
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Frente a ellos, Stella observaba la discusión. Una chispa de comprensión cruzó su rostro. Ahora recordaba dónde había visto antes a Doreen. Una risa fría se escapó de sus labios. —Marc, ¿quién te crees que eres para hablar en su nombre? Ella ya ha dicho que la culpa es suya. ¿Acaso no la has escuchado?
Marc no soportaba su actitud, tranquila, serena, como si siempre pensara que tenía la razón. Sin previo aviso, rodeó con un brazo la cintura de Doreen y la atrajo hacia sí.
Sin apartar la mirada de Stella, levantó la barbilla y dijo: —Es mi novia. ¿Te parece una razón suficiente? Tú tienes a alguien, ¿no? ¿Por qué yo no puedo tenerla?
Doreen no se lo esperaba. Desconcertada, tropezó con él y lo miró, sorprendida.
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