Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 281
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Capítulo 281:
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La voz al otro lado del teléfono se volvió inmediatamente más cortés al oír su afiliación.
«Sra. Gilbert, le pido disculpas por el retraso. Nuestro director general está en un banquete esta noche y no podrá reunirse con usted».
Una leve arruga se formó entre las cejas de Stella y la confusión se reflejó en sus ojos.
Stella insistió, con voz educada pero inquisitiva. «¿Podría decirme qué tipo de banquete es el de esta noche?».
«Sí, es un banquete benéfico en Choria», respondió la recepcionista con amabilidad. «¿No ha recibido la invitación, Sra. Gilbert?».
Eso le refrescó la memoria a Stella: de hecho, había visto una invitación en su correo electrónico hacía unos días, pero no le había prestado atención, ya que había decidido no asistir al evento.
Ahora, con el pulso acelerado, abrió rápidamente su aplicación de correo electrónico y encontró la invitación digital esperándola.
—Gracias por su ayuda. No le entorpezco más —dijo Stella, con tono enérgico pero agradecido.
—Es un placer, señorita Gilbert. Que tenga una velada maravillosa.
Después de colgar, Stella corrió de vuelta a su apartamento, repasando mentalmente lo que tenía que hacer antes del evento de la noche.
Como no tenía ningún vestido de noche en el armario, se retocó el maquillaje, se peinó con un elegante recogido y cogió el bolso antes de salir corriendo.
El banquete comenzaría a las 7:30 p. m. y el reloj ya se acercaba a las 6:30 p. m.
Cada segundo parecía escapársele entre los dedos.
Se detuvo en seco frente a la boutique más cercana y entró apresuradamente, buscando con la mirada el vestido perfecto mientras los minutos pasaban.
La boutique más grande de Choria contaba con una gran variedad de vestidos elegantes, desde los últimos diseños de famosos hasta raras piezas vintage.
Stella se sintió atraída por un delicado vestido lavanda y entró en el probador.
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Cuando salió, dio una pequeña vuelta frente al espejo de cuerpo entero, con un toque de satisfacción iluminando sus rasgos. Estaba a punto de decidirse a comprarlo cuando una presencia familiar le llamó la atención.
William estaba al otro lado de la boutique, impresionante con un traje verde oscuro y un lirio rojo cuidadosamente prendido en el bolsillo. Por un instante, Stella se quedó demasiado atónita para reaccionar: ¿cuántas veces podría el destino volver a juntarlos en esta ciudad?
Los labios de William esbozaron una sonrisa cómplice. —Señorita Gilbert, ¿de verdad vamos a llamar a esto otra coincidencia? —Su tono tenía un trasfondo burlón.
Stella estuvo a punto de insistir en que era pura casualidad, pero la frecuencia de sus encuentros le hacía cuestionar la realidad misma.
Abrió los labios para responder, pero él se le adelantó antes de que pudiera decir una sola palabra. —Esta noche te muestras muy discreta. Casi no te reconozco sin ese inolvidable vestido rojo.
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