Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 277
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Capítulo 277:
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Cogió un pañuelo, esperando lo peor, y, efectivamente, sus dedos quedaron manchados de rojo.
Quizás Sharon tenía razón, pensó Stella con un suspiro. ¿Estaba tan desesperada por encontrar un hombre que su cuerpo había empezado a rebelarse?
Cayó en un sueño profundo y agitado en su casa y se despertó sintiéndose solo un poco menos confusa. A la mañana siguiente, se arrastró fuera de la cama y obligó a su mente a ponerse en modo trabajo.
En el laboratorio, Stella se sumergió de lleno en sus experimentos, agudizando su concentración al máximo y exigiéndose más que nunca.
Sandra le lanzó una mirada de reojo, con una expresión divertida en los ojos. —Sylvia, ¿qué te pasa? Parece que estés intentando ganar un trofeo por trabajar duro.
—Ya sabes cómo es.
Si no presto atención, un solo error podría arruinarlo todo».
Pero en el fondo, su verdadera motivación era más simple: estaba decidida a trabajar duro para conseguir una nueva vida, una en la que por fin pudiera permitirse un lugar propio en Choria.
Los inmuebles en Choria no eran ninguna broma: un apartamento decente podía costar fácilmente un millón de dólares. Stella sabía que si no se esforzaba más, su sueño de tener su propia casa seguiría siendo inalcanzable.
Si iba a gastar tanto, tenía que ser en un lugar espacioso, donde se viera viviendo durante años. La idea de ese elevado precio le provocó un escalofrío en el pecho.
Alrededor del mediodía, regresó a la residencia y, por costumbre, preparó el almuerzo para William. Estaba a punto de dárselo a Rita, pero esta la interceptó. —Señorita Russell, el señor Briggs dice que quiere hablar con usted personalmente, así que le ha pedido que le traiga usted misma el almuerzo.
Stella se sintió nerviosa y avergonzada, aún le quedaba la incomodidad del día anterior. Pero como William la había pedido específicamente, no tuvo más remedio que tragarse su incomodidad y dirigirse hacia allí.
Durante la comida, un silencio incómodo se extendió entre ellos, solo roto por el débil ruido de los cubiertos.
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Cada minuto se hacía eterno. Stella quería decir algo para aliviar la tensión, pero no le salían las palabras.
Por fin, William dejó los cubiertos, se limpió la boca con una servilleta y, finalmente, habló. —Nebula ha cerrado un acuerdo importante. Es más grande que cualquier otro que hayamos gestionado antes. Si lo conseguimos, tu bonificación será más del triple de lo que has ganado hasta ahora.
Stella se enderezó y lo miró con determinación. —¿En serio?
William mantuvo la expresión seria. —Esta colaboración no será fácil. Es mucho más complicada que la vez que negociaste con Winston. Tienes que estar preparada para cualquier cosa.
Los recuerdos del último acuerdo pasaron por la mente de Stella: lo había cerrado sin esfuerzo con unos pocos comentarios bien colocados, sin apenas sudar.
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