Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 267
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Capítulo 267:
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Antes de que ella pudiera desentrañar el significado de sus palabras, William volvió a hablar, con un tono que no admitía réplica. —Nos vamos a casa.
No dijo «tu casa», solo esa única palabra bastó para que Shaun sintiera una punzada de sospecha. ¿Qué estaba pasando exactamente entre Stella y William?
Justo antes de marcharse, William lanzó una mirada significativa a Shaun y dijo: —Gracias por asegurarte de que llegara a casa sana y salva.
Cada palabra medida parecía reclamar algo, trazando una línea invisible alrededor de Stella que hizo que Shaun se sintiera incómodo. Aun así, Shaun permaneció en silencio: no tenía nada que decir, ni derecho a interferir.
Solo en el coche, Shaun observó a través de la ventana cómo William guiaba a Stella hacia la entrada, con expresión impenetrable.
Mientras esperaban el ascensor, William miró a Stella, que todavía parecía aturdida por los acontecimientos de la noche. «¿Quién era ese?», preguntó en voz baja.
Stella parpadeó, como sacudiéndose un sueño. «¿Qué? Ah, te refieres al chico que me ha traído a casa. Es solo un amigo. Le estoy muy agradecida, me ha ayudado mucho esta noche. Debería encontrar la manera de darle las gracias como es debido…».
William la miró con severidad y la interrumpió: —¿Un amigo, eh? ¿De qué tipo de amigo estamos hablando?
Stella le lanzó una mirada fulminante, perdiendo la paciencia. —¿Por qué lo preguntas? Es solo un amigo, ¿vale?
Las preguntas implacables le ponían los nervios de punta; lo único que quería era meterse en la cama y desconectar del mundo que daba vueltas a su alrededor. Tenía la cabeza a mil por hora y veía borroso.
Con un pequeño puchero, sus labios, suaves y ligeramente entreabiertos, como recién besados, temblaban en la penumbra.
William apretó la mandíbula y la frustración oscureció su mirada.
—Stella, deja de apartar la mirada y mírame a los ojos.
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Ella parpadeó, desorientada. —¿Qué te pasa?
Sus palabras atravesaron la niebla, duras y directas. —¿Es tu novio?
Una arruga se formó entre sus cejas. ¿Por qué la presionaba así?
¿Y cuándo se había acercado tanto?
Una oleada de náuseas la invadió.
Incapaz de apartar a William, perdió la batalla contra su estómago.
—Ugh…
Se inclinó y vomitó sobre su camisa.
La expresión de William se nubló, la irritación brillaba en sus ojos y una vena latía en su sien. Sin decir una palabra, se quitó la chaqueta y la tiró directamente a la papelera que había fuera, luego recogió a Stella en silencio y la llevó de vuelta a su dormitorio.
Después de arroparla, se detuvo junto a su cama y la observó entrar y salir del sueño.
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