Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 266
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Capítulo 266:
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Rebuscó en sus recuerdos, frunciendo el ceño. ¿Había conocido a Shaun en el extranjero?
Por lo que recordaba, su primer encuentro había sido en una de las fiestas a las que ella y Marc habían asistido en Choria, no en el extranjero.
¿La estaba confundiendo con otra persona?
Se volvió hacia él, con tono gentil y desconcertado. —No recuerdo haberte conocido en el extranjero.
Shaun soltó una risa baja y tranquila. —Quizá estoy confundiendo cosas —admitió, mirando por la ventana mientras las luces de la ciudad se difuminaban.
Exhaló en silencio, asimilando la verdad: ella realmente no lo recordaba.
Pero el momento aún perduró en su mente.
Shaun recordaba aquel primer vistazo a Stella como si hubiera sido ayer, un recuerdo que se negaba a desvanecerse incluso después de todos estos años.
Nunca imaginó que, cuando sus caminos se cruzaran de nuevo, ella estaría casada con Marc, precisamente él.
A lo largo de los años, había seguido discretamente su matrimonio, observando desde la distancia cómo Stella se alejaba cada vez más de su alcance.
Pero ahora todo había cambiado.
Marc, tan poco merecedor como siempre, por fin había desaparecido del panorama. Stella ya no estaba atada, por fin era libre para perseguir sus propios deseos.
Sin embargo, la forma en que ahora lo miraba, fría e indiferente, dejaba dolorosamente claro que había olvidado cualquier conexión que hubieran tenido en el pasado.
La constatación le dolió, pero Shaun enmascaró su decepción con una sonrisa fácil. Noimportaba. Mientras pudiera estar cerca, habría muchas oportunidades para acortar la distancia entre ellos.
El coche se detuvo suavemente frente al instituto de investigación. Cuando Stella salió, le dio las gracias a Shaun en voz baja, pero su tacón se enganchó en el bordillo y se tambaleó, a punto de perder el equilibrio.
Una mano firme la sujetó justo a tiempo.
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La mano de Shaun se quedó suspendida torpemente, con los dedos curvados a medio camino, cuando una nueva figura interceptó a Stella.
Una sombra se proyectó sobre el rostro de Shaun cuando se dio cuenta de quién era.
William sujetó a Stella antes de que pudiera tropezar, con un toque firme pero cuidadoso. El fuerte olor a alcohol se aferraba a ella, y su mirada se endureció. Frunció el ceño con desaprobación mientras la presionaba: «¿Has estado bebiendo?».
Parpadeando aturdida, Stella lo miró a los ojos y balbuceó: «¿Señor Briggs? ¿Qué hace aquí?».
La mirada de William no vaciló. —¿Por qué crees que estoy aquí?
Ella lo miró, completamente desconcertada. ¿Esperaba que leyera su mente?
¿Cómo demonios iba a saberlo?
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