Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 257
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 257:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
El sudor comenzó a correr por la frente de William. No recordaba haber comido nunca nada tan picante. «¿Qué pasa, que te divierte quemarme la boca?».
Stella consideró su pregunta con deliberada seriedad. «¿Sinceramente? Tiene sus ventajas. Si te quemo las papilas gustativas, no tendré que cocinar para ti todos los días y nadie en el trabajo podrá difundir rumores sobre nosotros, ¿no?».
William se desplomó en la silla, derrotado, y le hizo un gesto a Rita para que le trajera otro vaso de agua.
Se lo bebió de un trago, desesperado por aliviarse. Mientras recuperaba el aliento, la mirada de Stella se posó en su boca: sus labios habían adquirido un tono rojo intenso, estaban hinchados y casi brillantes por la humedad. ¿Eran realmente tan picantes esos chiles?
No era su intención que las cosas se le fueran de las manos.
Aun así, había algo extrañamente cautivador en William en ese momento: las mejillas sonrojadas, el pelo húmedo en las sienes, los labios brillantes y un poco hinchados.
Era irritantemente injusto que consiguiera estar guapo en cualquier circunstancia, incluso medio agonizando en la mesa de la cocina. Algunas personas lo tenían todo.
Stella intentó sacarse de su distracción y se acercó a buscarle un vaso de agua con hielo. Antes de que pudiera dar un paso, la voz de Rita resonó, rebosante de emoción. —Dios mío, señor Briggs, sus labios…
Stella miró hacia allí. La hinchazón había empeorado, sus labios estaban prácticamente encendidos.
Aquello definitivamente no parecía normal. ¿Era una reacción alérgica?
Stella no perdió tiempo en llevar a William al hospital, con la ansiedad punzándole bajo su aparente calma.
La sala de urgencias estaba abarrotada de pacientes, incluso siendo un día laborable, pero ella se quedó a su lado, instando en silencio a que la cola avanzara más rápido.
Tras un breve examen, el médico apenas miró los labios hinchados de William antes de garabatear una receta. —Es una combinación de inflamación y una reacción alérgica leve. Use esta pomada tres veces al día y aplíquela generosamente. Por ahora, siga con una dieta blanda, nada picante.
Encuentra más en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒ𝒶𝓷.c○𝓂 de acceso rápido
De vuelta fuera, la tensión entre ellos había cambiado. La alegría de Stella se había disipado, dejando tras de sí una leve vergüenza.
—Lo siento mucho. No sabía que esos chiles fueran tan picantes —murmuró, con voz más suave que antes.
William bajó la mirada, esbozando una pequeña sonrisa pícara en la comisura de los labios. —Bueno, si lo sientes tanto, podrías empezar por ponerme la pomada.
Era una petición razonable. No había ningún espejo que le sirviera de guía.
Se metieron en el coche. Stella abrió el bote de pomada. La crema espesa y blanca le produjo una sensación de frescor al untarse un poco en la yema del dedo y acercarse a él.
—Baja un poco la cabeza y acércate más —murmuró, rozándole ligeramente la mejilla con el aliento.
.
.
.