Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 255
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Capítulo 255:
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Stella no se inmutó ante su reacción. —Nadie te obliga. Pero si dices que no, podrás disfrutar de tu estancia aquí un poco más. Dos semanas más en esa celda. Sobrevivirás.
A Haley se le hizo un nudo en el pecho. No podría aguantar otra noche, y mucho menos días. Apretó la mandíbula y espetó: —¿Es esto realmente necesario? ¡Solo quieres humillarme! ¡Eres cruel!
—¿Cruel? —El tono de Stella se mantuvo imperturbable—. Tú eres la última persona que debería usar esa palabra. No hay más negociación posible. Hazlo o no lo hagas. Así de sencillo.
La leve curva de los labios de Stella le pareció más una bofetada que una sonrisa. A Haley le quemó por dentro.
Odiaba la idea de disculparse. Pero si se negaba, iría a la cárcel.
La advertencia de Beatrice resonaba en su mente: alguien poderoso estaba retrasando intencionadamente su liberación. ¿Y quién otra podía ser sino Stella?
Acorralada y furiosa, Haley finalmente murmuró: «Está bien. Lo haré».
Fiel a su palabra, Stella no se lo hizo de largo. Tan pronto como la disculpa de Haley se hizo pública, Stella retiró la demanda.
Ese mismo día, Haley salió de la celda.
En el momento en que salió de la comisaría, le pareció que había pasado una eternidad desde la última vez que había respirado aire fresco sin restricciones.
Caminó arrastrando los pies por la calle, con la cabeza gacha, sintiéndose sucia y fuera de lugar.
Tenía el pelo enmarañado y la ropa le pegaba al cuerpo como si fuera una capa de vergüenza. La gente la miraba, la juzgaba, se burlaba de ella, y cada mirada le provocaba otra punzada de humillación.
Stella. Todo apuntaba a Stella.
Haley se quedó parada en la intersección, mirando los semáforos que cambiaban, con los ojos ardientes de furia.
No dejaría que Stella se saliera con la suya. No después de lo de hoy. La humillación que había soportado volvería para atormentar a Stella, diez veces más, si no más.
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Cuando la luz finalmente se puso en verde, Haley salió corriendo, rebuscando en su bolso hasta que encontró un cargador portátil. Su teléfono llevaba días sin batería. Lo enchufó y esperó lo justo antes de abrir la agenda y buscar el nombre de Marc.
Su dedo se detuvo sobre la pantalla, dudando un instante. Luego lo retiró y decidió no llamar.
Él no había ido a visitarla. Ni una sola vez. Quizás tenía cosas más importantes que hacer. Llamarle ahora no le serviría de nada. Pero quizá aparecer en persona sí.
Decidida, guardó el teléfono en el bolso, paró el primer taxi que vio y le indicó al conductor un destino: el Walsh Group.
Más tarde esa noche, William se enteró de que Stella había visitado a Haley en la comisaría. Él y Rita se dirigieron a casa de Stella poco después.
Dentro, Stella ya había preparado tres platos sencillos y una olla de sopa. Se sentó frente a William y comió en silencio.
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