Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 244
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Capítulo 244:
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Stella tomó el aperitivo con una pequeña sonrisa. «Gracias».
Sandra se quedó un poco más, caminando a su lado mientras salían del laboratorio. Estaba claro que tenía algo que decir, pero seguía dudando, con las palabras flotando en la punta de la lengua.
Sandra respiró hondo y finalmente se armó de valor para hablar. «Sylvia… No me importa si lo que dijo Haley en su fiesta de compromiso era cierto o no. Solo quiero que sepas que creo que eres una persona increíble. Todo ese lío no pudo haber sido culpa tuya. Siempre has sido alguien a quien admiro».
Ahora tenía sentido por qué Sandra había sentido una extraña sensación de familiaridad cuando conoció a Sylvia. Era porque ella era Stella. La misma Stella a la que Sandra siempre había admirado.
Stella sonrió suavemente. Entendía lo que Sandra intentaba decirle.
Pero la verdad era que Sylvia, Stella… los nombres ya no importaban. Ahora era solo ella misma. Una nueva versión.
En el pasado, había evitado reconocer su identidad con la esperanza de escapar de Marc y de las sombras que lo rodeaban.
Pero se había dado cuenta de que no importaba el nombre que usara: Marc siempre encontraba la manera de seguirla, como un mal hábito que no podía abandonar. Entonces, ¿por qué seguir escondiéndose?
Ya había dejado de huir. Su vida seguía adelante.
—Gracias, Sandra. Sé que solo te preocupas por mí —dijo con dulzura—. Pero ese incidente… ya lo he superado. No me destrozó porque sé la verdad: yo era una víctima. No hice nada malo. Así que no te preocupes por mí. No soy tan frágil.
Sí, se había sentido conmocionada cuando Haley sacó a relucir el pasado delante de todos. Incluso humillada.
Pero en los días posteriores, había tomado una decisión: aquella noche ya no la definiría.
No era su vergüenza.
Si no hubiera pasado tanto tiempo, quizá habría vuelto a emprender acciones legales solo para demostrar su punto de vista.
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En aquel entonces, no sabía cómo defenderse. ¿Pero ahora? Sí que lo sabía. Y era lo suficientemente fuerte como para valerse por sí misma.
Sandra sonrió, genuinamente aliviada. —Me alegro de oírlo, Sylvia. Quiero que sepas que la mayoría de nosotros en el instituto estamos de tu lado. Te apoyamos.
Stella se rió entre dientes y levantó la bolsa de aperitivos que Sandra le había dado antes. —Sí, lo sé. Sois buena gente.
Después de comer y de una siesta rápida, Stella se preparó para volver al laboratorio.
Pero, al acercarse al edificio, vio un par de zapatos marrones de cuero que le resultaban familiares.
Entrecerró los ojos para ver mejor y se le hizo un nudo en el estómago. Marc.
Adiós al buen humor.
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