Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 235
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Capítulo 235:
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Respiraba rápido y entrecortadamente. No estaba preparada para esta confrontación. Todavía no. «¡Ya os lo he dicho, solo estoy ordenando! ¿Qué problema hay? ¿No habías dicho que ibais a comer fuera? ¿Por qué estáis aquí?».
Jamir se acercó a Elbert, tranquilo, pero mirando fijamente a Cecelia. «¿Has esperado a que nos fuéramos para poder mover tus cosas sin que nadie se diera cuenta?».
La pregunta hizo estallar a Cecelia. «¿Qué tontería es esa? ¡Ya te he dicho que estoy ordenando! En serio, ¿ninguno de vosotros entiende palabras sencillas? ¡No me extraña que ninguno haya pasado la prueba!».
El golpe sobre su fracaso en la promoción fue como una bofetada. La expresión de Elbert se volvió gélida. —Eso está fuera de lugar, Cecelia.
Siempre había tratado con cuidado el vínculo que compartían como equipo, sin levantarle la voz a Cecelia ni una sola vez.
Incluso cuando ella causaba fricciones, él lo abordaba con calma, tratando de aliviar las tensiones sin confrontaciones.
Pero últimamente, el desprecio de Cecelia por el equipo no había hecho más que empeorar.
Antes de que Cecelia pudiera responder, otra voz se oyó desde un lado de la sala. —¡Cecelia, aquí! Tu nuevo puesto está listo. Ya puedes instalarte…
El que hablaba se detuvo bruscamente al darse cuenta de que Elbert y Jamir estaban allí, con una tensión palpable en el aire.
Elbert se volvió lentamente hacia Cecelia, con incredulidad en su rostro. —¿Nuevo puesto? ¿Qué quieren decir con eso?
Ella seguía formando parte de su equipo, o al menos lo había estado. Entonces, ¿por qué se estaba instalando en otro lugar?
Sandra miró a Cecelia con ira, con una postura rígida por la indignación. Su mirada se posó en la recién llegada, una mujer de mirada aguda que recordaba vagamente como Nelly Green, una de las integrantes del equipo de Allen.
—Así que, Cecelia, ¿te has pasado al equipo de Allen? —preguntó Sandra con voz tensa.
Al oír sus palabras, Elbert y Jamir se quedaron paralizados por la sorpresa, con expresiones de incredulidad en sus rostros.
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Solo Stella parecía imperturbable, observando la escena con una leve sonrisa de complicidad, como si lo hubiera esperado desde el principio.
Como Sandra ya lo había dejado todo claro, Cecelia dejó de fingir. Con deliberada determinación, dejó la caja que llevaba en una mesa vacía y se enfrentó al grupo, con la mirada fría y firme.
«No voy a molestarme en ocultarlo más. Sí, me he unido al equipo de Allen. ¿Por qué no iba a hacerlo? Su grupo tiene talento de verdad. ¿Quedarme aquí, siguiendo a alguien que solo ha entrado gracias a sus contactos? Eso es un callejón sin salida. No voy a rebajarme a tu nivel».
Su tono era tan firme que Stella casi pierde el control y se echa a reír.
—¿En serio? Qué graciosa. Dime, ¿quién está bajando el nivel aquí? Hasta hace cinco minutos estabas en nuestro equipo y, de repente, el grupo de Allen ocupa nuestro lugar justo después de que tú lo abandonas. ¿Y quieres que nos creamos que es una coincidencia? —espetó Sandra, con un tono lleno de rabia.
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