Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 231
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Capítulo 231:
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Desde el principio, algo en esta situación le parecía extraño. Si se lo contaban a William, él podría intervenir, como había hecho la última vez que Allen intentó intimidarlos.
Pero Stella se detuvo. No quería seguir dependiendo de William cada vez que algo salía mal.
Aunque él ocupaba un puesto más alto y la había ayudado antes, sentía la necesidad de valerse por sí misma esta vez.
Esa tarde, después del trabajo, Stella se puso a trabajar en la cocina. Mientras removía la sopa, perdida en sus pensamientos, volvió a coger la sal, pero Rita la detuvo justo a tiempo.
—¡Señorita Russell, ya le ha echado sal!
Sorprendida, Stella parpadeó, salió de su ensimismamiento y dejó la sal a un lado sin decir nada.
Una vez terminada la comida, Rita cogió el plato destinado a William y se dispuso a marcharse.
Pero antes de que pudiera salir, Stella habló.
—Rita, hoy voy contigo.
Rita le dedicó una cálida sonrisa. «¡Por supuesto!».
Stella siguió a Rita hasta la habitación de William. Cuando William se giró y la vio, una expresión de sorpresa se dibujó brevemente en su rostro.
«He pensado en unirme a ti para cenar esta vez. Espero que no te importe, Sr. Briggs», dijo con naturalidad.
William arqueó una ceja, con tono burlón. «Comer solo debe de empezar a resultarle un poco solitario, ¿verdad, Srta. Russell?».
Las palabras pillaron a Stella desprevenida. Abrió la boca, pero no dijo nada. ¿De verdad tenía que decirlo así?
Más tarde, durante la cena, William comió con calma y comentó con naturalidad: «Está perfectamente cocinado».
La forma en que lo dijo… fue como si le diera una palmadita en la cabeza. Stella se mordió la lengua para no responder con dureza, se recompuso y cogió un poco de comida.
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—Tienes razón. Comer solo todo el tiempo es un poco aburrido.
William se detuvo y la miró con más atención esta vez. Había algo diferente en ella hoy.
Mientras Stella masticaba, su mente daba vueltas a cómo sacar a relucir el verdadero motivo por el que había venido.
Sus dedos se movían nerviosamente. Tenía que decirlo antes de que terminara la cena o perdería la oportunidad.
William levantó tranquilamente la cuchara, tomó un sorbo de sopa y luego la miró con esa expresión divertida.
—Señorita Russell, ¿hay algo en su mente? ¿O está a punto de confesar sus sentimientos? Parece un poco nerviosa.
Los ojos de Rita brillaron mientras observaba a Stella. ¿De verdad iba a confesarse la señorita Russell? Se sorprendió a sí misma pensando que las confesiones solían salir de la boca del chico. El señor Briggs debería haber dado un paso al frente en lugar de poner a la señorita Russell en esa situación.
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