Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 223
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Capítulo 223:
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Todas las cabezas se giraron hacia el escenario, la tensión en el aire era casi palpable mientras comenzaba a reproducirse la siguiente revelación.
La pantalla se llenó de registros de chats privados: los mensajes sin censura entre Haley y Stella ahora estaban a la vista de todos.
No había ambigüedad. Haley dio el primer paso: una avalancha de fotos íntimas con Marc, algunas tan explícitas que habrían sido censuradas en cualquier otro sitio.
Debajo de las fotos había filas de mensajes maliciosos y burlones.
«Mira, Stella. Ya he ganado. Marc es mío ahora, me ama, me desea. Si sabes lo que te conviene, pide el divorcio mientras puedas. Si lo alargas, solo empeorarás las cosas. Es patético: llevas años casada y aún no puedes quedarte embarazada. Y lo que es peor, te has acostado con otro hombre. ¿No te da vergüenza?».
El patrón era implacable. Haley siguió bombardeando a Stella con un mensaje tras otro, cada uno con nuevas fotos de ella y Marc enredados, cada una más repugnante que la anterior. Las voces de la multitud estallaron con indignación.
«Increíble, ¿cómo puede alguien ser tan desvergonzada?».
«¿No actuaba como si ella y Marc fueran almas gemelas? Ahora todo el mundo puede ver que ella es la verdadera rompehogares».
«¿Y Marc? No es mejor. Es otro playboy de pacotilla. No me extraña que el Walsh Group esté en problemas: con un liderazgo así, la empresa está abocada al fracaso».
Los murmullos de disgusto se extendieron entre la multitud, un zumbido bajo e implacable bajo las luces brillantes. Cientos de invitados se quedaron paralizados, con la atención clavada en la gigantesca pantalla LED, donde cada mensaje condenatorio aparecía con todo detalle para que todos lo vieran.
Haley palideció al ver los mensajes incriminatorios que se sucedían en la pantalla. Se aferró desesperadamente al brazo de Marc, con la voz temblorosa. —¡Marc, no escuches nada de esto! ¡Todo es falso! Cualquiera puede falsificar mensajes. ¡Lo sabes! Me conoces. Confías en mí, ¿verdad?
Marc no respondió. La furia ardía en sus ojos mientras miraba las pruebas que parpadeaban sobre ellos.
Le había dicho a Haley que podían tener una aventura sin compromiso, pero ella no podía meter a Stella en su lío: le había jurado que no revelaría su relación, que no le presionaría para que dejara a Stella.
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Pero, evidentemente, no debería haber confiado en Haley.
El silencio sepulcral de Marc solo aumentó el pánico de Haley. Su mirada se movía frenéticamente por la habitación y su voz se quebró mientras suplicaba a la multitud: «¡Todo es mentira! ¡Nada de esto es real! Alguien está intentando arruinarme, ¡todo esto es falso!».
Sus ojos inyectados en sangre brillaban con desesperación y rabia. —¡Quienquiera que haya sido, que se dé a conocer! No se esconda en las sombras, ¡tenga el valor de enfrentarse a mí!
Desde el borde de la reunión, William soltó una risa burlona y silenciosa. Dio un paso adelante, con voz tranquila y clara. —Ese soy yo. Todos los mensajes, todas las grabaciones… puedes darme las gracias por sacarlos a la luz. Son todos auténticos. Y antes de que intentes destruir las pruebas, ya he enviado todo a las autoridades. Intento de lesiones, conspiración, amenazas… No son juegos infantiles. Aquí no».
Haley miró a William con total incredulidad, su mundo se tambaleaba a medida que asimilaba la verdad.
¿De entre todos, era William quien había sacado a la luz todo lo que ella había intentado ocultar?
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