Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 215
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Capítulo 215:
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Pero ¿quién acabaría avergonzado? Eso aún estaba por ver. Se oyeron pasos acercándose a la puerta. Stella levantó la vista y vio a William allí de pie.
—¿El ascenso te tiene tan emocionada que ni siquiera puedes concentrarte? —comentó William con una sonrisa burlona.
Stella le lanzó una mirada, con los labios apretados en una línea fina. —¿Has venido a felicitarme o solo a burlarte?
La risa tranquila de William retumbó en su pecho. —Enhorabuena por el ascenso. Parece que vamos a volver a ser compañeros de trabajo.
Ella arqueó una ceja, sin impresionarse. —No pareces muy emocionada. ¿Todavía me guardas rencor, Sr. Briggs?».
Ella soltó ese comentario a propósito, recordando cómo él había cuestionado una vez sus habilidades y prácticamente la había llamado incompetente en el trabajo.
William captó el tono de su voz y sonrió con tristeza, mirando el documento que brillaba en su monitor. Le lanzó una mirada cómplice. «¿Así que tu ex se va a comprometer?».
Con un rápido clic, Stella cerró el archivo. —Haley me llamó y me exigió que fuera. Dice que si no voy, todos pensarán que sigo obsesionada con Marc, así que voy a ir.
William se limitó a negar con la cabeza. —Te das cuenta de que eres la única que se cree esa historia, ¿verdad?
El escepticismo de William irritó a Stella. —No me importa Marc, ya no. Ni siquiera un poco.
¿Alguna vez había dado alguna pista de que todavía estaba enamorada de Marc? No. Hacía mucho tiempo que no.
William la miró con recelo y se inclinó hasta que su rostro quedó a pocos centímetros del de ella. —Demuéstramelo, entonces. Llévame contigo. Si no, ¿cómo voy a creerte?
La exigencia la desequilibró, robándole las palabras. No esperaba que se acercara tanto ni que le lanzara un desafío así.
William sonrió con aire burlón, interpretando su silencio como renuencia. —¿Qué pasa, Stella? ¿Tienes miedo de que vea la verdad por mí mismo?
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Ella se enfureció, sintiendo cómo su orgullo se despertaba. —¿Miedo? Por favor. Si quieres venir, adelante.
Con eso, cerró de golpe el portátil y se marchó con la barbilla levantada en señal de desafío, dejando a William atrás con una pequeña sonrisa de satisfacción.
Cuando llegó el día del compromiso de Marc y Haley, Stella siguió su rutina matutina habitual: desayunar en la residencia, una carrera rápida por el instituto y luego una larga ducha para despejarse.
Aunque había prometido acudir, se negaba a perder tiempo y energía arreglándose para complacer a esos dos. Simplemente no lo merecían.
Una vez que se secó el pelo, Stella se puso un sencillo vestido negro y se sentó frente a su ordenador portátil en el salón. Haley y Marc siempre habían sido maestros de la manipulación. El repentino entusiasmo de Haley por que ella asistiera solo podía significar una cosa: se avecinaban problemas.
Stella no iba a caer en su trampa sin estar preparada. Metódicamente copió archivos de su ordenador a una memoria USB: documentos que había recopilado en secreto sobre los negocios turbios de Marc en el Grupo Walsh.
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