Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 197
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Capítulo 197:
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Antes de que pudiera terminar, William se inclinó hacia ella.
Sus labios rozaron los de ella, fríos, firmes y fugaces. No fue profundo. No fue exigente. Pero sin duda fue un beso. Ella abrió mucho los ojos y se le cortó la respiración.
Cuando él se apartó, su mirada era tranquila y directa. «¿Eso lo demuestra?».
El cerebro de Stella entró en cortocircuito. ¿Acaba de besarla? La ha besado de verdad. Pero… ¿no se suponía que le gustaban los hombres?
Sus pensamientos se convirtieron en estática.
Dejó caer los cubiertos con estrépito y se levantó de un salto, agarrando su bolso sin decir una palabra. Salió corriendo del restaurante, con el corazón latiendo con fuerza, incapaz de enfrentarse a él.
En la calle, su pecho se agitaba con cada paso. Apretó el bolso contra el pecho, pero no sirvió de nada.
Ese beso, su rostro, esos ojos… no dejaban de pasar por su mente como una película en bucle.
Cuando llegó tambaleándose a su dormitorio en el instituto de investigación, estaba hecha un desastre. Al abrir la puerta, Rita salía del apartamento de William, al otro lado del pasillo.
Al ver a Stella, Rita le sonrió amablemente. —Señorita Russell, ¿ha comido fuera hoy? Normalmente, Stella habría sonreído y habría entablado una pequeña conversación, pero hoy apenas levantó la vista. Pasó a su lado, cerró la puerta detrás de ella y desapareció en el interior.
Rita se quedó allí, atónita. ¿Qué le había pasado? Parecía completamente ausente.
En el baño, Stella se miró fijamente en el espejo.
Levantó una mano y se tocó los labios. El recuerdo de aquel beso le provocó otra oleada de confusión. ¿Por qué la había besado William? No fue hasta el amanecer cuando se sentó en la cama, con los ojos hinchados y el pelo revuelto, y por fin encajaron las piezas.
Era un hombre orgulloso. Ella había sacado a relucir su vida personal en una conversación pública, y nada menos que su orientación sexual. Debía de estar furioso… y humillado. ¿Ese beso? No era real. Solo era una forma de demostrar algo. Una forma de callarla.
Cuanto más lo pensaba, más convencida estaba. Su cuerpo temblaba ligeramente. Debía de ser venganza.
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El estómago se le retorció de remordimiento. No debería haber sacado el tema. Había cruzado una línea.
Stella soltó un largo suspiro, tratando de convencerse de que debía seguir adelante y olvidar todo el asunto. Fuera lo que fuera ese beso, fuera lo que significara, lo achacaría al orgullo de William y lo dejaría así.
Era asunto suyo y ella había cruzado una línea al sacarlo a colación. En cualquier caso, no iba a insistir más. Actuaría como si nada hubiera pasado.
Apartando esos pensamientos, se levantó de la cama y se dirigió al baño. Tenía un día muy ajetreado por delante y no podía permitirse distraerse. Ayer ya había pasado. Pasara lo que pasara, quedaba en el pasado. Abrió la puerta y se encontró cara a cara con William, que salía al pasillo. Sus miradas se cruzaron.
El cuerpo de Stella se tensó instintivamente. Él la miró, pero no dijo nada.
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