Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 196
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Capítulo 196:
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Justo cuando llegaba a la acera, el sonido de unos pasos detrás de ella llamó su atención. Se giró, desconcertada.
—¿Qué haces aquí?
¿No debería estar todavía en la mesa con Steven? Ella les había dado espacio a propósito para que hablaran.
—¿Qué vas a comer? —preguntó William, evitando por completo su pregunta.
Stella exhaló en silencio. —Hay un restaurante al lado. Podemos ir allí.
En un principio había pensado comer en la cafetería del instituto, pero ahora que él la acompañaba, tendría que conformarse con algo más caro.
Dentro del restaurante, se sentaron uno frente al otro en una mesa pequeña. Mientras esperaban la comida, William la miró.
—¿Qué te parece Steven?
La pregunta la desconcertó por un segundo y se apresuró a aclarar cualquier malentendido. —Parece una persona decente. Pero no hay nada entre nosotros. Solo somos compañeros de trabajo que colaboramos en el mismo proyecto».
Enredarse con alguien relacionado con su jefe era algo que ni siquiera se le había pasado por la cabeza.
William no respondió. Simplemente arqueó una ceja y la observó en silencio. Al poco rato, el camarero trajo los platos.
Cuando se marchó, William añadió: «Si te interesa el concierto, tengo entradas. Puedes ir cuando termine el seminario».
Stella levantó la vista, un poco sorprendida. ¿Él también tenía entradas?
Si era así, ¿por qué no había planeado ir con Steven? ¿Y por qué Steven se lo había pedido a ella en lugar de a William? ¿Había pasado algo entre ellos?
Las preguntas se amontonaban en su mente, pero se las guardó para sí misma. Asintió levemente con la cabeza y centró su atención en la comida que tenía delante.
Había un plato en la mesa que a Stella le gustaba especialmente.
Al darse cuenta de lo rápido que comía, William deslizó su plato hacia ella. —Si te gusta tanto, toma el mío también. Si no es suficiente, podemos pedir más.
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Su tono inesperadamente amable la desconcertó. No era así como solía hablarle.
¿Era su forma de vengarse, ser demasiado amable solo para desconcertarla?
Cuando él acercó el plato, ella lo detuvo con la mano antes de que llegara a ella.
—No pasa nada, señor Briggs —dijo con voz tranquila pero firme—. Sobre lo de antes en la cafetería, no estaba intentando ponerme cómoda con el señor Harrison. Si le molestó, tendré más cuidado en el futuro.
Él había dejado muy claros sus sentimientos, ¿y ella seguía pensando que le gustaban los hombres? William frunció el ceño y la miró fijamente, con una mirada oscura e indescifrable. —Stella, ¿te estás escuchando?
Su voz era baja, con un tono de advertencia. Esa mirada… le heló la sangre.
Stella agitó rápidamente las manos, tratando de aliviar la tensión. —Lo entiendo. No te estoy juzgando ni nada por el estilo, tu orientación es asunto tuyo. Y no te preocupes, nunca se lo diría a nadie. Te lo juro, no se lo diré a nadie…
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