Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 190
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Capítulo 190:
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Stella se quedó atrás para ordenar el laboratorio. Cuando se marchaba, se topó con William, que estaba abriendo la puerta de la oficina contigua.
Estaba muy animada tras el éxito del proyecto y lo saludó alegremente. «Hemos terminado el experimento. ¿Quieres ver los resultados?».
Al fin y al cabo, habían utilizado su laboratorio privado. Supuso que él querría saber que no había sido una pérdida de tiempo.
Pero William permaneció impasible, con un tono frío. «No es necesario. Dada mi posición, no sería apropiado que revisara los resultados de tu grupo».
Claro, él formaba parte del comité de evaluación. Stella lo entendió rápidamente.
—Ah, tienes razón. Bueno, gracias por dejarnos usar tu laboratorio. Lo he limpiado, está como antes. Me voy ya. —Se despidió con un gesto casual y se alejó corriendo para alcanzar al resto, que ya había bajado las escaleras.
William se volvió y miró dentro del laboratorio. Efectivamente, estaba impecable, ni un solo objeto fuera de lugar.
Era como si ella y su equipo nunca hubieran estado allí.
Apretó los labios y cerró la puerta en silencio.
Esta mujer realmente no dejaba rastro, ni emocional ni de ningún otro tipo.
Una vez completado el experimento, Stella volvió a centrar su atención en los asuntos de Nebula.
A mitad de su colaboración con Steven, redactó una propuesta final para el proyecto y se la envió por correo electrónico.
Minutos más tarde, sonó su teléfono.
—Señorita Gilbert —dijo la alegre voz de Steven—. La propuesta es excelente, justo lo que necesita nuestra empresa. Me encantaría invitarla a cenar para hablar más sobre ello.
Stella sonrió ante sus elogios. —Claro. Quedamos esta tarde.
A las seis en punto, llegó al restaurante que Steven había elegido.
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El lugar tenía un encanto antiguo: arquitectura clásica, una fuente con querubines de piedra en el centro y flores alineadas a lo largo del camino. Parecía más una villa con jardín que un restaurante.
Dentro, Steven ya la estaba esperando en una sala privada.
Llevaba una camisa blanca ligeramente abierta con cuello suave y unos vaqueros negros bien ajustados. Parecía un príncipe relajado salido de un cuento de hadas moderno. Cuando la vio, se levantó y le acercó la silla.
—Señorita Gilbert, por favor.
—Gracias —dijo Stella con una sonrisa mientras se sentaba.
Steven le entregó la carta. —Échele un vistazo, a ver si hay algo que le apetezca.
Stella lo hojeó. Todo tenía buena pinta, lo que le dificultaba decidirse.
Al darse cuenta de su indecisión, Steven le preguntó: «¿Necesita alguna recomendación?».
Ella le pasó el menú. «Claro».
«¿Le gusta la comida picante? ¿Hay algún ingrediente que no le guste?». Su tono era cálido y atento, como si realmente quisiera acertar con sus preferencias.
Al final, Stella eligió dos platos y le dejó que pidiera el resto.
Cinco platos en total, más que suficiente para los dos.
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