Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 17
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 17:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Stella se acercó y se sentó en un sillón, manteniendo una distancia notable entre ellos. Marc no le quitaba los ojos de encima.
—Muy bien, ¿qué es lo que querías decirme? —preguntó ella con tono seco.
Marc se puso serio.
«Stella, entre Haley y yo no hay nada más que trabajo. Te estás haciendo una idea equivocada. Esta colaboración con la familia Smith podría suponer un gran avance para nuestra empresa. El propio Sr. Smith sugirió que Haley adquiriera experiencia práctica trabajando aquí. Y, sinceramente, con su experiencia en derecho internacional y su intención de quedarse aquí a largo plazo, no se me ocurre un puesto más adecuado para ella que el departamento jurídico».
En cuanto empezó a hablar de Haley, Stella se burló en silencio.
«¿Qué tiene que ver que ella se incorpore al departamento jurídico conmigo?», pensó para sí misma.
Así que aquel viaje a Hoxphis… Por supuesto, no tenía nada que ver con ella. Era por Haley.
Marc se inclinó un poco hacia ella, tratando de acortar la distancia entre ellos.
—Por eso te lo he comentado. Si tu patente se queda con nosotros, será el primer proyecto que Haley asumirá después de incorporarse. Ella estará encantada, su familia quedará impresionada y, a largo plazo, ayudará a nuestra empresa.
Por lo que a Marc respectaba, lo había dejado todo claro.
Se trataba de negocios.
Necesitaban a la familia Smith de su lado y, si Haley estaba contenta, todo iría sobre ruedas.
¿Y Stella? Lo único que tenía que hacer era firmar un documento, nada nuevo. Siempre le había vendido sus patentes sin poner pegas. Probablemente, hoy era uno de esos raros momentos de rebeldía.
En cuanto se calmara, volvería a hacer lo de siempre.
Cuando terminó, la miró con esa expresión familiar y amable.
¿Ya leíste esto? Solo en ɴσνєℓα𝓼𝟜ƒα𝓷.𝒸ø𝓂 de acceso rápido
—No me dirás que no, ¿verdad, Stella? Solo es una renovación, no cambia nada para ti.
Stella no se sintió conmovida, sino enferma.
Su mirada era fría mientras hablaba lentamente, midiendo cada palabra.
—Así que toda esta charla… ¿es para usar mi patente para hacer feliz a Haley?
¿Qué lógica retorcida era esa? ¿Cómo podía decir algo tan absurdo con total seriedad?
Al ver su frustración, Marc frunció el ceño. —Solo estoy siendo sincero. Una empresa fuerte nos beneficia a los dos. Estamos casados, Stella. ¿No es normal que una pareja se apoye mutuamente?
¿Normal? La palabra resonó en su cabeza y, de repente, no supo qué más decir.
Cada vez que hablaba, se las arreglaba para parecer aún más patético.
Ella se puso de pie, elevándose sobre Marc con una mirada penetrante.
—Esta es mi patente —dijo fríamente—. He cambiado de opinión. No voy a venderla. Y nadie, ni siquiera tú, tiene derecho a obligarme.
Marc no esperaba que ella se mostrara tan poco cooperativa. Ya había tragado su orgullo, le había ofrecido unas vacaciones e incluso había dejado de lado el trabajo.
¿Por qué se estaba comportando de forma tan irracional?
Perdiendo la paciencia, se levantó con mirada dura. «Basta. Se acabó la conversación. Ve mañana a la oficina y firma la renovación. No te comportes como una niña».
Sin esperar su respuesta, se dio la vuelta y subió las escaleras.
Stella lo miró fijamente y sus labios esbozaron una sonrisa amarga.
Quizás la verdad era muy simple: nunca habían estado destinados el uno para el otro. No tenía sentido seguir discutiendo. Era una pérdida de tiempo.
A pesar de ello, sus emociones no se calmaron.
Sus ojos se posaron en la mesa de centro, pero sentía el pecho tan oprimido que apenas podía respirar.
Cómo se atrevía a decir que era normal que ella le ayudara, como si fuera algo que se esperaba de ella, como si se lo debiera.
Ese pensamiento le arrancó una risa amarga y hueca. El sonido resonó en la silenciosa sala de estar, empapada de soledad e incredulidad.
La cabeza le volvió a palpitar, y el dolor de la herida del día anterior regresó como si estuviera sincronizado con su angustia.
Esa noche se quedó en el estudio, acurrucada sola.
Pero, en plena noche, se despertó sobresaltada por el sonido de alguien tratando de abrir la puerta desde fuera.
.
.
.