Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 165
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Capítulo 165:
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«Vamos el sábado, entonces. Es mi día libre», dijo Stella, secándose las manos con un paño de cocina.
Rita asintió con una amplia sonrisa.
El sábado por la mañana temprano, Rita llamó a la puerta de Stella.
Se dirigieron al centro comercial para buscar un regalo de cumpleaños, pero no tuvieron suerte. Como Rita llevaba años trabajando para la familia Briggs, conocía un poco los gustos del abuelo de William. Así que, cuando mencionó que al anciano le gustaba la caligrafía y la pintura, Stella la llevó a la tienda de arte escondida en un callejón cercano.
La tienda estaba llena de obras coloridas, pero la mirada de Rita se fijó rápidamente en un cuadro que representaba un paisaje sereno. —Señora Russell, creo que este es precioso. ¿Qué le parece?
Stella se detuvo. Era uno de los suyos.
No era especialmente llamativo, pero Rita lo había elegido de inmediato. ¿Coincidencia? Quizás. Pero le pareció extraño.
Rita se inclinó para verlo más de cerca. «¡Vaya, las flores parecen tan reales! Déjame ver quién lo ha pintado… Stellarion. Suena como alguien famoso. ¿Qué te parece? Si es bueno, ¡lo compro!».
Stella sonrió con torpeza, pero no la detuvo. Rita utilizó la tarjeta que William le había dado a Stella para comprar regalos. Mientras pagaba, Stella seguía pensando que toda la situación era demasiado coincidente como para ignorarla.
Mientras estaban en la caja, ninguna de las dos se percató de la figura que acechaba fuera del escaparate, fuera de su campo de visión, observando pero sin entrar. Stella, absorta en sus pensamientos sobre su identidad oculta, no se dio cuenta en absoluto.
Mientras tanto, en el hospital, Marc estaba sentado frente al médico, escuchando un resumen de los resultados de sus pruebas.
«Señor Walsh», dijo el médico, cruzando las manos, «sus dolores de cabeza están relacionados con el estrés.
Hay una clara conexión entre sus migrañas y la tensión emocional. Ha estado trabajando demasiado y pensando demasiado. Le recetaré algo suave, pero lo que realmente necesita es regular sus emociones».
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Marc se reclinó en la silla y se frotó las sienes con frustración.
La empresa ya estaba bajo presión. Ahora, con Stella actuando de forma fría y distante, todo parecía estar yendo cuesta abajo. ¿No podía volver a ser como antes? Obediente, amable.
¿No podía dejar de alejarlo?
Pensar en ella solo hacía que le latiera más fuerte la cabeza.
Cerró los ojos, tratando de bloquear el recuerdo de su rostro. Solo entonces el dolor se alivió un poco.
Justo cuando estaba a punto de salir del aparcamiento del hospital, sonó su teléfono. Era su madre.
—Marc, ¿dónde estás? —preguntó Jazlyn—. Estoy en tu casa, ¿por qué no estás?
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