Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 1161
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Capítulo 1161:
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Echó un vistazo hacia un lado. El acantilado estaba a solo unos metros de distancia. Más allá, el mar azotado por la tormenta se agitaba como una bestia hambrienta.
Otra bala silbó junto a su cara, cortándole la mejilla. La sangre caliente le goteaba por la mandíbula y el dolor agudo le devolvió la concentración.
Se pegó a la roca, con el pecho agitado.
Sin arma.
Sin refuerzos.
Sin salida.
Una sonrisa sombría se dibujó en sus labios. ¿Así era como terminaba todo?
La cara de Stella apareció en su mente: sus ojos, su sonrisa.
«Lo siento, Stella», susurró, con la voz casi ahogada por el rugido del viento.
Y entonces echó a correr.
Las balas lo persiguieron mientras corría hacia el borde del acantilado… y saltaba.
El pistolero se apresuró a avanzar, disparando unas cuantas balas más hacia las oscuras aguas. —¡Buscad en la costa! —gritó—. ¡Encontradlo, vivo o muerto!
Mientras tanto, en lo profundo del bosque, Marc encontró el camino a una cueva apartada.
Un sonido débil, apenas audible, se escapó del interior. Se acercó con pasos cautelosos, con todos los nervios a flor de piel.
Cuando sus ojos se acostumbraron a la tenue luz, sintió un nudo en el estómago.
Stella yacía en el frío suelo de piedra, pálida e inmóvil. A su lado estaba Nina, con un vestido negro, una jeringuilla brillando entre sus dedos. La aguja se cernía a pocos centímetros del brazo de Stella.
«¿Qué estás haciendo?», gritó Marc en la cueva.
Nina se quedó paralizada, sorprendida. Había enviado deliberadamente a los demás fuera y había traído a Stella aquí sola, sin esperar que nadie la encontrara.
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Pero cuando vio quién estaba en la entrada, exhaló y sonrió con aire burlón.
«Marc. ¿Qué haces aquí? No me digas que todavía sientes algo por ella».
Su tono rezumaba burla.
«Después de todo lo que William y Stella te hicieron, ¿todavía quieres hacerte el héroe? Qué patético. Si me preguntas, una vez que ella se haya ido, todo habrá terminado. Con tu estatus, podrías tener a cualquiera».
Marc frunció el ceño y respondió con voz baja y fría: «¿Y tú qué, Nina? ¿No estás haciendo todo esto también por William?».
Su mirada se endureció. «Dime, ¿en qué nos diferenciamos?».
Puede que otros no lo vieran, pero Marc lo vio claramente.
Todo lo que Nina había hecho era por William. Cada plan, cada mentira, cada acto imprudente. Con Stella fuera, creía que por fin tendría una oportunidad con él.
Marc casi sentía lástima por ella. Para él, era una ilusión, un sueño construido sobre la desesperación. Pero a Nina no le importaba la realidad. Solo veía lo que quería: a William. Y Stella era el obstáculo que tenía que eliminar.
Los labios de Nina se curvaron en una sonrisa amarga. «Lo que hago no es asunto tuyo. ¡De todos modos, no puedes detenerme!».
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