Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 1153
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Capítulo 1153:
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Nina se giró rápidamente, con los ojos brillantes. «¿Ese payaso? ¿Comparado con William? ¿Tienes idea de quién es William? ¡Él está a un nivel completamente diferente!».
Norene miró a su marido con preocupación: no la presiones más.
«Nina», dijo con firmeza, «tienes suerte de seguir siendo libre. Vive tranquilamente. Por favor».
Nina soltó una risa amarga. «Todos me decís que lo olvide, que siga adelante, pero ninguno de vosotros lo entiende. ¡Yo lo amo!».
La paciencia de Daniel se agotó. Le dio una fuerte bofetada en la cara. «¡Ya basta!», gritó. «¿Quieres volver a enfadar a William? ¿Quieres que vuelva a arrodillarme para suplicarle por ti?».
¿Por qué seguía obsesionada con un hombre al que claramente no le importaba en absoluto? No tenía sentido.
Nina se quedó paralizada, atónita. Se tocó la mejilla como si no pudiera creer lo que había pasado. Luego, con una mirada furiosa, agarró su bolso y salió furiosa sin decir una palabra.
Daniel y Norene intercambiaron miradas de impotencia. Hicieron que un guardaespaldas la siguiera.
Mientras tanto, el mundo fuera del caos de Nina se había vuelto dorado para Stella. Los planes de boda estaban en pleno apogeo.
William acababa de cerrar el trato de una nueva mansión en el centro de la ciudad: paredes de cristal, vistas al horizonte, construida a medida para ellos.
A Stella le parecía excesivo. William ya poseía más propiedades de las que ella podía contar.
Pero William pensaba que ella se merecía algo mejor. La ubicación era perfecta, justo en el centro entre el Instituto Nacional de Investigación, la sede del Grupo Nebula y la finca de su familia, como si hubiera calculado la órbita de su vida y hubiera colocado su futuro hogar en el centro.
Stella señaló el diseño de la invitación de boda en la tableta. «Me gusta esta. Limpia y sencilla».
William asintió.
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Ella dudó. «¿Estás seguro de que no quieres que la familia Briggs participe en la boda?».
William le rodeó los hombros con un brazo, con un tono frío y definitivo. —Ya se les ha informado. No es necesario que den su aprobación.
Para él, una boda no era algo que se discutiera. Era una declaración. Por mucho que la familia Briggs se quejara y protestara, William se mantenía completamente indiferente.
Stella lo aceptó con un gesto de asentimiento. «De acuerdo. Tú decides».
Durante las siguientes semanas, los preparativos de la boda se aceleraron. El equipo de Stella en el instituto ganó influencia y su investigación obtuvo reconocimiento en todos los departamentos.
Nina, por su parte, no dormía. Pasaba los días persiguiendo cada susurro, cada rumor sobre los restos de Erebus que aún se escondían en el extranjero.
Cada vez que llegaba a un callejón sin salida, volvía con más fuerza.
La desesperación la hacía implacable. Finalmente, alguien respondió.
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