Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 1151
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1151:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
A la mañana siguiente, el teléfono de Stella sonó con noticias inesperadas del Instituto Nacional de Investigación. Estaban formando un equipo especializado en I+D basado en su innovadora tecnología de materiales y le habían invitado a unirse a su proyecto.
Por esas mismas fechas, William recibió la noticia de que los últimos restos de Erebus en el extranjero habían sido eliminados. Casi todos habían sido capturados, y solo quedaban unos pocos fugitivos en libertad.
Sola en su habitación, Stella cogió una foto de su madre y recorrió con los dedos las líneas familiares de su rostro. «Mamá, continuaré tu trabajo inacabado. ¿Y la felicidad que nunca llegaste a ver? Por fin la he encontrado», susurró en voz baja.
Una semana más tarde, durante el fin de semana, William llevó a Stella al extranjero. Tras horas de vuelo, llegaron al apartado laboratorio donde una vez habían llevado a cabo un experimento privado.
«¿Por qué estamos aquí?», preguntó Stella, con curiosidad en su voz, mientras caminaba por el familiar pasillo del observatorio, agarrada con fuerza a la mano de William.
El laboratorio estaba vacío ahora que el experimento había concluido. La mayoría de las habitaciones estaban cerradas con llave, dejando solo accesible la pasarela exterior.
Los labios de William esbozaron una sonrisa enigmática. «Aquí es donde nos conocimos como adultos».
Aunque se habían cruzado en el instituto nacional, sus sentimientos habían comenzado realmente aquí.
Stella lo miró, sorprendida. «¿Me has traído aquí solo para recordar aquellos incómodos comienzos?».
En aquel entonces, ella había pensado erróneamente que él era gay, un malentendido que se prolongó durante meses. William no dijo nada, caminando lentamente a su lado mientras los recuerdos de aquellos primeros días lo inundaban.
Llegaron al observatorio de la última planta, donde el gigantesco telescopio permanecía en silencio bajo el cielo nocturno.
William lo ajustó con facilidad y le indicó a Stella que mirara por el ocular.
Disponible ya en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒαɴ.c♡𝗺 para ti
Stella abrió mucho los ojos al mirar a través de él y soltó un grito ahogado.
Con las estrellas como telón de fondo, un punto brillante de luz resplandecía, rodeado por unas palabras luminosas: «Stella, ¿quieres casarte conmigo?».
Al darse la vuelta, vio a William arrodillado ante ella, con una caja de anillos abierta en la mano.
Acurrucado sobre un terciopelo azul oscuro, el exclusivo diseño de diamantes del anillo brillaba intensamente bajo el cielo nocturno. El diamante central estaba perfectamente engastado, rodeado de diamantes más pequeños y diminutos zafiros que centelleaban como estrellas.
«Lo encargué hace mucho tiempo», admitió William, con la voz temblorosa por los nervios. «Ya entonces sabía que eras la mujer con la que quería pasar el resto de mi vida. Pero me preocupaba que te asustara, así que no te lo di».
Tras respirar hondo para calmarse, continuó: «Ahora todo está en su sitio. Stella, ¿quieres casarte conmigo? Déjame pasar el resto de mi vida demostrándote que mi corazón siempre latirá al ritmo del tuyo».
A Stella se le llenaron los ojos de lágrimas al mirar al hombre que tenía delante, normalmente tan sereno y ahora tan nervioso como un niño, y no pudo evitar reírse suavemente. «¿Tú también te pones nervioso? Creía que nada te alteraba».
William se rió entre dientes, aunque su mirada seguía siendo seria. «Solo tú me haces sentir así».
.
.
.