Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 1146
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Capítulo 1146:
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«Sr. Walsh, tiene prohibido salir del país».
Marc se quedó paralizado. «¿Por qué?».
El agente le entregó una notificación. «El Grupo Cohen ha presentado una demanda contra usted por ocultar responsabilidades corporativas. Reclaman 120 millones en concepto de daños y perjuicios. Tiene prohibido salir del país mientras dure el litigio».
El mundo se tambaleó. Marc se tambaleó y estuvo a punto de caer.
A su lado, Jazlyn se desplomó en el suelo, gritando incrédula. Cada golpe había sido peor que el anterior. Esta vez, apenas podía respirar.
Marc se quedó inmóvil. Entonces lo comprendió todo: Haley nunca había tenido intención de dejarlo marchar. Ni siquiera para empezar de nuevo.
Sin posibilidad de escapar, Marc se vio obligado a llevar a Jazlyn a un apartamento destartalado en las afueras. El lugar olía a humedad y óxido.
Adiós al lujo. Adiós al orgullo. Ahora tenía que contar cada centavo. El antiguo director general del Grupo Walsh se había convertido en un hombre que ni siquiera podía conseguir una entrevista de trabajo básica.
Esa noche, bajo una lluvia torrencial, Marc caminaba solo, con los hombros empapados y los zapatos salpicando los charcos. Por casualidad, pasó por delante de un pequeño restaurante. El restaurante favorito de Stella.
A través del cristal empañado por la lluvia, vio dos figuras familiares, Stella y William, sentados juntos junto a la ventana. Stella estaba sirviendo comida en el plato de William con una sonrisa amable, con una mirada cálida.
Marc se quedó paralizado. Le vino un recuerdo a la mente: años atrás, Stella se había sentado frente a él en esa misma mesa, con los ojos llenos de esperanza. «Marc, ¿podemos venir aquí más a menudo? Me gusta mucho la comida».
Su respuesta entonces había sido fría. «Este tipo de sitios no son higiénicos. No vuelvas aquí».
Ahora, la lluvia se mezclaba con las lágrimas en su rostro, aunque se negaba a reconocer cuáles eran cuáles.
Soltó una risa hueca y se alejó de la ventana, desapareciendo en la lluviosa noche.
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Lo había perdido todo, pero aún tenía a su madre… y lo que quedaba de su orgullo. No podía derrumbarse. Todavía no.
En cuanto a Stella… apartó ese pensamiento de su mente.
Sacudió la cabeza, sin querer pensar más en ello.
Dentro del restaurante, Stella se detuvo a mitad de bocado y se volvió para mirar hacia la ventana.
—¿Qué pasa? —preguntó William, siguiendo su mirada.
Ella negó levemente con la cabeza. —Nada. Me ha parecido ver a alguien conocido. Debo de haberme equivocado.
¿Cómo podía pensar que vería a Marc aquí? Debía de haber sido su imaginación.
La silueta de Marc ya había desaparecido, borrada por la lluvia, como si nunca hubiera existido.
Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, en un rascacielos, Haley estaba de pie frente a una ventana que iba del suelo al techo, con una copa de vino en la mano. Las luces de la ciudad parpadeaban abajo como estrellas lejanas.
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