Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 1091
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Capítulo 1091:
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No es que dudara de Jasmine. Era su instinto. Y su instinto le decía que Justin Chadwick no parecía el tipo de hombre por el que valiera la pena apostar.
Cuando se completó la transferencia, Stella se volvió hacia ella. «Aún estás débil. ¿Quieres llamarlo? Quizás pueda venir a hacerte compañía».
Jasmine sonrió levemente, con voz suave. «Claro. Mi teléfono está ahí mismo».
Stella lo cogió y marcó el número de Justin. Una, dos, tres veces. No contestaba. Lo intentó de nuevo. Seguía sin contestar.
La habitación parecía volverse más pesada con cada tono sin respuesta.
Jasmine frunció el ceño y le quitó el teléfono. Lo intentó de nuevo, una vez, luego dos, hasta que la pantalla se iluminó con una voz automatizada. «Lo sentimos, el número al que intenta llamar no está disponible».
Jasmine se quedó paralizada. «No… no puede ser…».
Se le fue todo el color de la cara mientras lo intentaba una y otra vez, alternando entre llamadas, mensajes y notas de voz.
Nada. No había respuesta. Era como si hubiera desaparecido del mundo en el momento en que recibió el dinero.
Stella permaneció en silencio a su lado, observando.
El hombro vendado de Jasmine temblaba con cada respiración entrecortada. Su rostro pálido, lleno de confusión y miedo, era suficiente para conmover a cualquiera.
En ese momento, Stella se dio cuenta de que Justin no la había contactado ni una sola vez desde el incidente. Ni para saber cómo estaba. Ni para preguntarle cómo se encontraba. ¿Acaso le importaba?
Pasaron varios minutos antes de que Jasmine finalmente bajara el teléfono. Esbozó una débil sonrisa, con los ojos brillantes.
«Quizás se le haya quedado sin batería el teléfono», dijo con voz entrecortada. «Probablemente esté ocupado con algo urgente… ¿verdad, Stella?».
Stella extendió la mano y la posó sobre su hombro tembloroso, con un tono suave pero firme. «Si quieres, puedo pedirle a mi gente que averigüe dónde está. Pero como es tu novio, primero necesito tu permiso».
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Localizar a alguien era fácil. Pero esto no era un asunto de trabajo. Era algo personal.
Jasmine le apretó la mano con fuerza, con una mirada de desesperación en los ojos. —Por favor, Stella. Ayúdame. Justin debe de estar metido en algún lío. No me ignoraría a propósito. No lo haría.
Stella miró a Jasmine en silencio, con una mezcla de preocupación y algo más profundo que le oprimía el pecho.
Jasmine no era solo una mujer a la que había ayudado. Le recordaba demasiado a sí misma en el pasado: demasiado confiada, demasiado bondadosa, siempre creyendo que el amor podía pesar más que la realidad.
Jasmine era aún más inocente, más vulnerable. Y como el destino las había unido, Stella se sentía obligada a hacer todo lo posible por ayudarla.
«He enviado el dinero a la cuenta que me diste. Debería llegar enseguida», le dijo Stella en voz baja.
En la era digital, las transferencias se realizaban en segundos. Probablemente, ese millón ya estuviera en la cuenta de Justin.
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