Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 1089
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Capítulo 1089:
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Stella cerró los ojos y sintió un nudo en el pecho. Entendía la situación en la que se encontraba él, pero la imagen del rostro aterrorizado de Jeff y el dolor punzante de la herida en su brazo se negaban a desaparecer. Perdonar a Nina ya no era una opción. Desde el momento en que Nina regresó a Choria, había estado persiguiéndola, cada palabra y cada movimiento rezumaban celos. Ya ni siquiera se trataba de William. Nina simplemente no podía soportar la idea de que Stella fuera mejor que ella.
Stella respiró lentamente. La voz de Karson se quebró ligeramente al otro lado del teléfono, tocando algo delicado dentro de ella.
—Abuelo —dijo en voz baja—, ya que me lo pides, no presentaré cargos. Pero ella tiene que someterse a terapia y permanecer fuera del país durante al menos cinco años. Si se atreve a volver antes, la próxima vez no tendré piedad.
Stella sabía que las segundas oportunidades no duraban para siempre. Y con Nina, ya había sobrepasado con creces los límites que se había fijado. Si Karson no se lo hubiera pedido personalmente, no habría cedido ni un ápice.
Hubo una pausa, seguida de un leve sonido de alivio en su exhalación. «Gracias, Stella. No lo olvidaremos».
La línea se cortó. Stella se quedó junto a la ventana, con su reflejo difuminado en el cristal.
Su expresión era tranquila, pero sus ojos eran indescifrables. No sabía si el ataque de Nina había estado relacionado con Erebus, pero ahora que Nina estaba fuera de juego, esa era la única amenaza que le quedaba en la mente.
Su teléfono volvió a vibrar: era un mensaje de William. «Luca dice que Nina se va al extranjero. Daniel le ha comprado un billete».
Stella se frotó la sien con cansancio antes de escribir una respuesta. «Sí. El abuelo me lo ha dicho».
Un momento después, llegó la respuesta de William. «¿Vas a dejarla ir?».
Ella se detuvo un segundo antes de escribir: «Sí. Se va al extranjero. No volverá en cinco años».
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William respondió con una sola palabra: «Vale».
A la mañana siguiente, Daniel le compró a Nina un billete de última hora. Ella embarcó en el primer vuelo con destino a Asnain.
Stella no fue a despedirla. No era necesario. Le bastaba con saber que el avión había despegado.
Esa tarde, Stella estaba sentada junto a la cama de Jasmine cuando la mujer parpadeó. Lentamente, abrió los ojos y entrecerró los párpados ante la luz intensa.
Stella cruzó rápidamente la habitación y corrió las cortinas. «Eh, tranquila. ¿Cómo te encuentras?».
Jasmine parpadeó, tratando de enfocar la vista. Su voz sonó suave y seca. «Estoy bien… ¿Ha funcionado?».
Los labios de Stella se curvaron ligeramente. «Ha funcionado perfectamente. Gracias a ti». Si Jasmine no hubiera intervenido, Stella habría sido la que estuviera tumbada en esa cama de hospital.
Jasmine esbozó una leve sonrisa. «Yo me ofrecí voluntaria».
No había vacilación ni amargura en su tono. Había aceptado el riesgo desde el principio.
Al ver su pálido rostro, Stella pulsó el botón para llamar a la enfermera. En cuestión de minutos, entró un equipo de médicos y enfermeras, le hicieron varias pruebas y confirmaron que Jasmine estaba fuera de peligro.
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