Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 1063
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Capítulo 1063:
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«Jeff, este experimento desempeñará un papel crucial en la evaluación de tu beca. Por favor, tómatelo en serio».
Al leer eso, Jeff frunció el ceño.
Desde el otro lado del laboratorio, el profesor Taylor se percató de su expresión. Estaba hojeando algunos artículos de investigación, pero levantó la vista.
«¿Estás bien, Jeff?», le preguntó amablemente.
Jeff salió rápidamente de su ensimismamiento, apartó el teléfono y asintió con la cabeza. «Sí, profesor Taylor. Todo bien».
No mencionó nada sobre la beca. Ni sobre el correo electrónico. Ni sobre el hecho de que, básicamente, se estaba ahogando financieramente.
¿Cómo podría hacerlo? Acababa de conseguir la beca de la universidad. Sobre el papel, estaba bien. Pero, en realidad, ese dinero apenas cubriría un mes de las facturas del hospital de su madre. El precio de sus medicamentos había vuelto a subir. Lo que antes duraba tres meses, ahora apenas alcanzaba para seis semanas.
Si no conseguía más dinero pronto, se quedaría sin medicación. Y eso no era una opción.
El profesor Taylor lo observó durante un momento y luego dijo en voz baja: «Jeff, solo para que lo sepas, siempre puedes venir a hablar conmigo. Sobre la universidad. O cualquier otra cosa. Te ayudaré en todo lo que pueda. Para eso estoy aquí, ¿de acuerdo?».
Las palabras estaban cuidadosamente elegidas. Taylor sabía lo suficiente sobre los antecedentes de Jeff como para hablar con empatía, no con lástima.
Jeff volvió a asentir. «Gracias, profesor. De verdad que estoy bien. Me centraré en el experimento».
Aún no se atrevía a pedir ayuda. Todavía no.
Si conseguía la nueva beca, no la necesitaría.
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El profesor lo dejó pasar y volvió a su trabajo.
Más tarde, esa misma tarde, durante un descanso para ir al baño, Jeff sacó su teléfono y respondió al mensaje. «¿Dónde es el experimento? ¿Y cuándo?».
Nina respondió casi al instante: «El laboratorio está en las afueras. Este sábado».
¿En las afueras? Jeff frunció el ceño.
¿Qué tipo de laboratorio hay allí? Esa zona era en su mayor parte terreno baldío, la mitad cubierto de maleza y el resto utilizado como depósito de chatarra o almacenes.
Pero, como si le hubiera leído el pensamiento, Nina añadió: «Es una instalación confidencial con equipamiento avanzado. Se trata de un proyecto de investigación discreto. Esperamos que lo comprendas».
Jeff apretó con fuerza su teléfono. Algo en todo esto seguía sin cuadrarle. Una ubicación remota, un laboratorio misterioso, instrucciones vagas… Era el comportamiento típico de una estafa. O peor aún.
Pero entonces llegó otro mensaje. «Si tiene alguna duda, es libre de retirarse. No recibirá la beca completa, pero puede quedarse con la subvención inicial como muestra de nuestro apoyo al talento joven».
A Nina le preocupaba que él se echara atrás.
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