Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 1060
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Capítulo 1060:
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Se quedó paralizada por un segundo, conteniendo la respiración, luego agarró la memoria USB y salió corriendo.
Todo se había descarrilado. Stella debía haberse dado cuenta de que algo iba mal. Dejar allí el USB era su forma de decir que se había dado cuenta. Si Nina no hubiera actuado rápido, su tapadera podría haberse descubierto.
De vuelta en su coche, examinó la memoria y sintió un nudo en el estómago: el chip que había dentro estaba destrozado y era irreparable.
En ese momento, su teléfono vibró con un mensaje de Stella: «No debería costar mucho conseguir un nuevo USB, ¿verdad?».
Nina apretó el teléfono con fuerza. La ira la invadió y, por un momento, pensó que podría romperlo.
Había subestimado a Stella desde el principio. Aunque no la hubiera descubierto hoy, Stella lo había averiguado todo.
Nina miró el tráfico, tratando de estabilizar su respiración. Durante unos segundos, se quedó allí sentada, perdida en la frustración.
Cuando finalmente se calmó, una cosa quedó clara: necesitaba un nuevo plan.
Si la tecnología no podía hacer el trabajo, tendría que tomar cartas en el asunto. Se puso en contacto con Erebus y les pidió que enviaran a alguien para seguir a Stella.
«Quiero que la vigilen. Observen lo que hace cada día, adónde va, y consíganme todo lo que haya en su laboratorio», ordenó.
La persona al otro lado del teléfono aceptó de inmediato, como si el trabajo fuera demasiado fácil como para preocuparse.
Tres noches después, dos figuras se colaron en el instituto de investigación de Stella al amparo de la oscuridad. Evitaron los sistemas de seguridad con facilidad, forzaron las cerraduras y se dirigieron directamente a su puesto de trabajo.
En ese mismo momento, Stella estaba en la oficina del director general del Grupo Briggs con William. Ambos observaban las imágenes de la cámara de vigilancia en directo, con los ojos fijos en los intrusos que se movían silenciosamente por el laboratorio vacío.
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Stella observaba la pantalla con una sonrisa tranquila. «Tal y como esperaba», dijo. «Han picado el anzuelo».
William frunció un poco el ceño. «¿De verdad vas a dejar que se lleven algunos de tus archivos?».
El tono de Stella se mantuvo frío. «Necesitan creer que han ganado. Eso los hará descuidarse. Los datos reales ya han desaparecido. Lo que roben no les servirá de nada».
Los dos intrusos, sin saber que los observaban, se apresuraron a copiar los archivos y tomar fotos de sus notas de investigación.
Una vez que terminaron, se escabulleron por donde habían entrado y le entregaron todo a Nina.
Emocionada, Nina conectó la memoria USB a su ordenador portátil, pero en cuanto abrió los archivos, su entusiasmo se desvaneció. La mayoría estaban bloqueados y encriptados.
Se quedó mirando la pantalla, sintiendo una creciente frustración.
Su mente se aceleró mientras mantenía la vista fija en la pantalla.
Si Stella se había molestado en proteger esos archivos, era porque debían de tener algún valor. Quizá descifrar el código revelaría algo importante.
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