Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 104
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Capítulo 104:
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Si hubiera dependido de ella, se habría conformado con una comida sencilla, pero para William, cada día exigía algo especial. Una idea astuta se le ocurrió. Si su comida era realmente horrible, tal vez William se mudaría definitivamente.
La idea le provocó una secreta emoción a Stella. Sin dudarlo, cogió la espátula y se puso a cocinar una mesa llena de platos picantes, todos ellos cubiertos de chile, excepto la sopa.
Cuando la cena estuvo lista, Rita entró en el comedor y se quedó con los ojos como platos al ver el espectáculo. —Señora Russell, el menú de esta noche es… —comenzó, vacilante.
Stella sonrió, ignorando su preocupación. —¿Pasa algo? William pidió comida picante, ¿no? Son recetas clásicas, tal y como me gustan.
Rita se quedó callada, claramente inquieta, pero no se atrevió a protestar más. Unos minutos más tarde, William apareció y se encontró a Stella sirviéndole la comida con una energía sospechosamente alegre.
Arqueó una ceja, adivinando fácilmente su plan.
Stella le dio una palmadita en la silla junto a ella. —Llegas justo a tiempo, ven a comer. Esta noche he preparado varios platos picantes de mi especialidad. Repite, son algunos de mis favoritos.
William observó la montaña de chiles en cada plato e inmediatamente comprendió su pequeño juego. Stella le entregó el tenedor y el cuchillo y, mientras él se sentaba, hizo un gesto teatral de coger un trozo de carne bañado en chile y colocarlo justo delante de él.
—Vamos, pruébalo —dijo con un brillo travieso en los ojos.
William la miró a los ojos y esbozó una sonrisa burlona. Bajo su mirada expectante, cogió con calma los cubiertos y dio un mordisco deliberado a la carne picante.
Una chispa de expectación iluminó los ojos de Stella. —¿Y bien? ¿Qué tal está?
William asintió con total indiferencia. —No está mal.
Con un estallido de entusiasmo, le sirvió más carne bañada en chile en el plato. «Toma, come más».
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Él aceptó cada bocado que ella le ofrecía, divertido por su repentina atención. Mientras tanto, Stella apenas tocaba su comida, concentrada por completo en llenar el plato de él cada vez más.
Cuando casi habían terminado de comer, ella lo miró con esperanza. «¿Ya terminaste? ¿Te sientes… incómodo o algo así?».
William se limpió la boca con elegancia, su mirada fría e indescifrable. «¿Has echado algo en la comida? ¿Por qué iba a estar incómodo?».
Su corazón dio un vuelco y ella se obligó a reír tímidamente. «No, nada de eso. Solo pensé… que quizá estaba muy picante».
Sin embargo, a pesar de haber ahogado los platos en chili, se terminó toda la comida sin siquiera hacer una mueca.
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