Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 1039
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1039:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Una vez que llegó al centro comercial, bajó rápidamente al aparcamiento subterráneo, aparcó a toda prisa y se unió a un pequeño grupo de compradores que entraban en el ascensor.
Mientras se abría paso entre la bulliciosa multitud, no dejaba de mirar por encima del hombro para ver si alguien la seguía.
Se detuvo frente al escaparate de una boutique y fingió estar interesada en la ropa, utilizando el espejo para mirar detrás de ella. En cuestión de minutos, aparecieron dos hombres vestidos con trajes negros, cuyos ojos barrían la multitud con intención deliberada.
El pulso de Stella se aceleró. No era una coincidencia. Sin llamar la atención, salió por una salida lateral, levantó el brazo para llamar a un taxi y, una vez dentro, le dio al conductor una dirección lejos de su casa.
Dentro del taxi, no dejó de mirar por encima del hombro hasta que estuvo segura de que nadie la había seguido. Solo entonces se recostó en el asiento y exhaló un largo y tembloroso suspiro.
Todo lo que acababa de suceder la había dejado nerviosa. La advertencia de William resonaba en su mente, un sombrío recordatorio de que Erebus no había dejado de acecharla.
¿Estaban tratando de atraerla o de silenciarla para siempre?
Las sienes de Stella palpitaban por el peso de todo lo que la oprimía, y no sabía cuánto tiempo más podría aguantar.
Cuando Stella finalmente llegó a casa, la noche ya se había apoderado de la ciudad. Demasiado agotada para pensar, abrió la puerta, justo cuando la de enfrente se abría de golpe.
William estaba allí, con la preocupación reflejada en su rostro. «¿Dónde estabas? Te he llamado varias veces, pero no has contestado».
Stella miró su teléfono y vio la pantalla llena de llamadas perdidas, todas de William. En algún momento, se había quedado en modo silencioso.
Lo nuevo está en ɴσνєʟα𝓼4ƒαɴ.c🍩𝗺 de acceso rápido
«Solo salí a comer».
Por un instante, pensó en contarle lo del coche, lo de los hombres trajeados. Pero, en lugar de eso, se lo guardó para sí misma.
Sin darle oportunidad de hablar, entró y cerró la puerta rápidamente tras de sí.
William se quedó inmóvil junto a la puerta, como si el aire lo mantuviera en su sitio. Stella intuyó que seguía allí, con la puerta aún abierta de par en par.
Aquella última imagen de su rostro se le quedó grabada en la mente. Sus ojos estaban llenos de preocupación, aunque la tensión se reflejaba en cada uno de sus rasgos. El recuerdo despertó en ella algo que se esforzó por ignorar.
Por mucho que lo negara, su corazón seguía reaccionando ante él. Cada vez que se veían, latía con fuerza, delatando lo que ella intentaba ocultar. Sin embargo, habían pasado demasiadas cosas. El caos de los últimos días no dejaba espacio para el amor o el anhelo, solo para la necesidad de seguir adelante.
Sacudió ligeramente la cabeza, obligando a esas emociones enredadas a volver al lugar que les correspondía.
Aquella tarde de fin de semana, Stella conducía el coche hacia la casa de la familia Walsh, con el sol calentando el parabrisas.
.
.
.