Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 1037
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Capítulo 1037:
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Las inesperadas palabras hicieron que Stella se detuviera antes de volverse para mirarlo. «Tiene un don», dijo en voz baja. «Y ha pasado por más cosas de las que la mayoría de la gente cree».
No se trataba solo de Jeff. Si alguno de sus subordinados hubiera pasado por algo similar, ella habría actuado de la misma manera.
William no insistió más en el tema. En cambio, la curiosidad se coló en su tono de voz. «Por cierto, ¿cómo se te ocurrió la idea de grabarlos antes?».
Stella apartó la mirada y empezó a caminar hacia el aparcamiento.
«A los tipos como Richie solo les importa cómo se ven ante los demás. Las pruebas funcionan mejor con ellos que los gritos».
Una leve mirada de admiración cruzó los ojos de William. Ella nunca dejaba de sorprenderlo: siempre tranquila, siempre un paso por delante. Él había pensado que se quedaría paralizada en el momento en que Richie sacara el cuchillo, y por eso había subido corriendo las escaleras en cuanto oyó sus voces.
Pero cuando irrumpió en la habitación, quedó claro que ella no lo había necesitado en absoluto. Ya tenía el control, firme y sin miedo.
Cuando llegaron a la entrada del aparcamiento, algo hizo clic en la mente de Stella. Se volvió hacia él y le preguntó: «Espera, ¿cómo conoces al padre de Richie?».
La forma en que había conseguido localizar al padre de Richie tan rápidamente no podía ser una coincidencia. Significaba que había una historia detrás.
William no se molestó en ocultar la verdad. «Solo un antiguo socio comercial».
La tranquilidad de su voz le pareció a Stella casi insultante.
Ella soltó una risa amarga. «Claro. ¿Igual que cuando dijiste que Erebus era solo un contacto de negocios?».
La mención de Erebus dejó claro que ella aún no había superado aquello. William suspiró, con un toque de impotencia en la voz. «Stel, sobre Erebus… déjame explicarte…».
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Sin embargo, antes de que pudiera terminar, el teléfono de Stella empezó a sonar, interrumpiéndole a mitad de la frase.
Stella miró la pantalla y frunció el ceño al ver el nombre que aparecía en ella.
Le extrañó: ¿por qué iba a llamarla ahora Margie, la abuela de Marc?
Desde el día en que su divorcio de Marc se hizo oficial, nunca había vuelto a cruzar el umbral de la casa de la familia Walsh. Tras una breve pausa, se llevó el teléfono al oído. «¿Margie?».
La cálida voz de la anciana se escuchó de inmediato. —Stella, hace mucho que no sé nada de ti. ¿Cómo has estado, querida?
El corazón de Stella se enterneció. Durante el tiempo que pasó con la familia Walsh, Margie y Truett habían sido los únicos que realmente se preocuparon por ella. Incluso después de que el matrimonio terminara, la anciana nunca la culpó. A los ojos de Margie, era Marc quien había perdido a alguien a quien valía la pena conservar.
Al darse cuenta de que había pasado más de un año desde la última visita de Stella, la culpa le oprimía el corazón.
«He estado bien, Margie. ¿Y tú? ¿Te has encontrado bien últimamente?».
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