Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 1033
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Capítulo 1033:
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Stella contuvo su frustración. «Jeff y yo solo somos compañeros de clase», dijo. «No es lo que tú piensas».
Richie ladeó la cabeza y la miró fijamente. «¿Entonces estás diciendo que no te gusta?», preguntó. «¿Ni siquiera un poco?».
Cuando Richie dijo eso, Jeff, que seguía sentado, se volvió instintivamente para mirar a Stella.
Él no había participado en el secuestro y era imposible que Richie fuera su cómplice. Aun así, en el fondo, quería saber si Stella sentía algo por él.
Stella sintió que le empezaba a doler la cabeza. Todo aquello era tan ridículo que casi le daba risa. Tratar con esos chicos era como intentar jugar a fingir con niños testarudos que se negaban a seguir las reglas.
«Me preocupo por Jeff como cualquier estudiante de último año se preocuparía por uno de primer año», dijo ella. «Eso es todo. No hay nada romántico. ¿Estás satisfecho ahora? Entonces, por favor, desátalo».
Jeff esperaba que ella dijera eso, pero oírla negar que le gustaba le dolía más de lo que quería admitir.
Stella, ajena al dolor que causaban sus palabras, mantuvo la mirada fija en el cuchillo que Richie tenía en la mano. Le aterrorizaba que un movimiento en falso pudiera herir a Jeff.
El ambiente en el aula era tenso y pesado. La mirada de Stella permaneció fija en Richie, que estaba sentado al fondo de la clase, con un aire demasiado divertido para alguien en esa situación.
Llevaba una sonrisa burlona, disfrutando claramente del caos que había causado. En sus ojos, Stella no vio más que fría indiferencia, como si nada ni nadie le importara lo más mínimo.
—Richie —dijo con calma, pero con firmeza—. Si aún te queda algo de sentido común, suelta a Jeff. Fingiré que nada de esto ha pasado y no tendrás problemas.
Richie se burló, le entregó el cuchillo con desgana a uno de sus amigos más corpulentos y se acercó a ella con aire arrogante.
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Lanzó una mirada llena de desdén a Jeff, que todavía parecía conmocionado, y luego se enfrentó a Stella con una sonrisa burlona. —¿Crees que puedes decirme lo que tengo que hacer, pelele fracasado?
Luego se volvió hacia Jeff y le dio un ligero golpecito en la cara, burlándose de él.
«¿Ves, Jeff?», dijo. «Te dije que esos rumores eran una tontería. Es imposible que alguien como tú pueda acabar con Stella, la princesa perfecta de la escuela. ¡Qué chiste!».
Jeff apretó la mandíbula, con la ira ardiendo en sus ojos, pero atado como estaba, no podía hacer nada más que permanecer en silencio.
Al verlo callado, Richie siguió hablando, con tono lleno de rencor. «Míralo, Stella. Ropa barata, zapatillas gastadas. ¿De verdad crees que vino a verte por los deberes? Por favor. Sé exactamente lo que quiere de ti».
El tono de Stella se volvió firme en cuanto se dio cuenta de lo pálido que se había puesto Jeff.
Entendió que Jeff siempre había sentido una silenciosa vergüenza por el pasado de su familia, y que el comentario de Richie probablemente había reabierto una vieja herida. Preocupada por que la desesperación pudiera nublar su juicio, habló con suavidad, con la esperanza de evitar que Jeff hiciera algo imprudente.
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