Fácil fue amarla, difícil fue dejarla - Capítulo 101
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Capítulo 101:
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En Briggs Group, William estaba sentado en silencio frente a su ordenador, con los dedos entrelazados bajo la barbilla mientras estudiaba las imágenes de vigilancia de la villa de Stella. Su expresión no revelaba nada.
Al ver el vídeo, llegó a una conclusión: ella necesitaba claramente un guardaespaldas. Lidiar con visitantes inesperados podía convertirse en un verdadero problema.
A continuación, marcó el número interno. Unos instantes después, Luca entró en la habitación.
—¿Me ha llamado, señor Briggs?
—Que venga Rita —ordenó con sencillez.
Luca dudó un instante, sin saber muy bien por qué necesitaban a Rita de repente. Pero asintió y respondió obedientemente: —Entendido. Se lo diré enseguida.
Más tarde, esa misma noche, tras terminar su trabajo, Stella regresó a casa. En cuanto entró, vio a William recostado en el sofá como si fuera su casa.
Antes de que pudiera decir nada, una mujer de mediana edad salió de la cocina, todavía con el delantal puesto.
Stella parpadeó, confundida. —Eh… ¿y usted es?
William ni siquiera levantó la vista. —Ella es Rita. A partir de ahora vivirá aquí con nosotros. Si necesitas algo, díselo.
Stella se quedó sin palabras. Si ahora tenía una ama de llaves, ¿no debería volver a su casa? ¿Por qué seguía allí? ¿No tendría más sentido que Rita viviera con él?
¿O acaso la cocina de Rita tampoco estaba a la altura de Su Majestad?
—Señor Briggs —dijo Stella con cautela—. Quizá… quizá podría llevarse a su ama de llaves a su casa.
Antes de que pudiera terminar, William se volvió y la miró directamente, con el rostro impenetrable.
—La última ama de llaves dimitió. Rita es la nueva. A partir de ahora, tú le enseñarás a cocinar.
Stella parpadeó, atónita. ¿Había oído bien?
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¿Había contratado a una ama de llaves y esperaba que ella la formara?
—¿Quiere decir que tengo que enseñar a su ama de llaves? —preguntó Stella, señalándose a sí misma con incredulidad.
—¿Es eso un problema? —respondió William con calma—. Ella se encargará de todo lo demás. Incluso puede cuidar de ti. ¿No es una situación en la que todos ganan?
Stella lo miró como si estuviera hablando en otro idioma.
¿En qué mundo?
William la observó durante un momento y luego levantó una ceja. —¿O estás diciendo que… realmente quieres seguir cocinando para mí para siempre?
Y ahí estaba él otra vez con esa actitud engreída.
Sin decir una palabra, se dio media vuelta y subió las escaleras enfadada, decidiendo ignorarlo por completo.
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