Exesposa desechada: Renaciendo de las cenizas - Capítulo 292
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Capítulo 292:
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Camille intentó concentrarse en las palabras de Victoria, pero su atención seguía volviendo a las puertas del salón de baile, la entrada de la cocina y los pasillos de servicio. ¿Dónde se había ido la misteriosa camarera? ¿Qué estaba tramando?
Y entonces, cuando Victoria concluyó su discurso entre aplausos atronadores, Camille la vio. Esta vez no era la camarera. Era una mujer con un vestido de noche verde, con el pelo oscuro recogido en un elegante moño, de pie cerca de la salida. Por un instante, sus miradas se cruzaron a través de la abarrotada sala.
Rose.
A pesar de la distancia, a pesar de los sutiles cambios en su aspecto, Camille reconoció a su hermana al instante. El reconocimiento la golpeó como un golpe físico.
Rose sonrió, una pequeña sonrisa cómplice, y luego se dio la vuelta y desapareció por la salida.
Camille se quedó de pie, con el corazón latiéndole con fuerza. «¡Alexander!», gritó, pero él ya se dirigía hacia la salida, seguido por el personal de seguridad.
Victoria regresó a la mesa, sonrojada por el éxito de su discurso, pero claramente agotada. «¿Qué pasa?», preguntó al ver la cara de Camille.
«Rose está aquí», dijo Camille en voz baja, sin querer causar pánico. «Acabo de verla».
La expresión de Victoria se endureció. «¿Estás segura?».
«Segura».
Victoria cogió su bolso de mano y sacó un pequeño teléfono. —Esperaba no tener que usar esto —dijo, pulsando un solo botón—. Pero he venido preparada. En cuestión de segundos, más personal de seguridad entró en el salón de baile y se colocó cerca de todas las salidas y alrededor de su mesa. El jefe del equipo de seguridad privada de Victoria se acercó.
—El edificio está cerrado, señora Kane —dijo en voz baja—. Nadie saldrá hasta que la encontremos.
Camille miró a los invitados, que seguían disfrutando de sus bebidas y conversando mientras la orquesta comenzaba a tocar para bailar. —No podemos causar pánico.
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—No lo haremos —le aseguró Victoria—. Los equipos de seguridad se encargarán de esto con discreción. Pero Camille no podía quitarse de la cabeza la sensación de que algo iba terriblemente mal. Rose no se habría presentado sin una razón. Sin un plan.
—Quería que la viera —se dio cuenta Camille en voz alta—. Quería que supiera que estaba aquí.
—¿Por qué? —preguntó Victoria.
Antes de que Camille pudiera responder, Alexander regresó con expresión sombría.
—Se ha ido —informó—. Las cámaras de seguridad muestran que salió del edificio hace dos minutos. Pero eso no es todo. —Bajó aún más la voz—. La camarera desaparecida fue encontrada inconsciente en un armario de almacenamiento. Su uniforme ha desaparecido».
Camille escudriñó a la multitud, buscando a algún miembro del personal que pareciera fuera de lugar. «Hay alguien más dentro».
«Estamos comprobando a todo el mundo», le aseguró Alexander.
Victoria tocó el brazo de Camille. «Deberíamos irnos. No es seguro».
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