Exesposa desechada: Renaciendo de las cenizas - Capítulo 287
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Capítulo 287:
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Se quedaron en silencio, contemplando la ciudad a sus pies. Después de un largo rato, Camille habló.
«¿Desde cuándo lo sabes?».
«Desde justo después de su operación», admitió Alexander. «Me hizo prometer que no te lo diría».
«Y tú siempre cumples tus promesas», dijo Camille con amargura.
«No siempre». La voz de Alexander era suave. «Pero intento respetar los deseos de las personas que me importan. Victoria quería decírtelo ella misma, cuando sintiera que estabas preparada».
«¿Cuándo iba a ser eso? ¿En su funeral?».
«Intentaba protegerte».
«Eso es lo que ella también decía». Camille apretó con fuerza la barandilla. «Pero me parece más bien que no confiaba en mí. Que no creía que fuera lo suficientemente fuerte como para soportar la verdad».
Alexander se volvió hacia ella. «Victoria nunca ha dudado de tu fortaleza, Camille. En todo caso, se estaba protegiendo a sí misma. De tu dolor. De tener que enfrentarse a lo que su muerte significaría para ti».
Camille no había pensado en eso. Que Victoria, la estoica y práctica Victoria, pudiera tener miedo de la vulnerabilidad emocional. De ver su propio dolor reflejado en los ojos de Camille.
«La llamé «mamá»», susurró Camille, todavía conmocionada por su propio arrebato. «Nunca antes la había llamado así».
La expresión de Alexander se suavizó. «¿Qué hizo ella?».
«Lloró», dijo Camille, con el recuerdo aún fresco y doloroso. «Nunca la había visto llorar antes».
Alexander la atrajo hacia sus brazos y la abrazó mientras nuevas lágrimas brotaban de sus ojos. «Eso es porque le diste algo que nunca pensó que volvería a tener después de la muerte de Sophia. Una hija que la quiere como madre, no solo como mentora o jefa». »
Camille enterró el rostro en su pecho, permitiéndose desmoronarse de una forma que no podía hacer delante de Victoria. Alexander la abrazó con fuerza, sólido y cálido frente al frío viento.
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«No puedo perderla», sollozó Camille. «No puedo hacer esto sin ella».
«Sí que puedes», dijo Alexander, con voz firme pero suave. «Te dolerá. Te parecerá imposible. Pero eres más fuerte de lo que crees, Camille. Victoria ve esa fuerza en ti, aunque tú no la veas».
Camille se apartó lo suficiente para mirarlo, con la vista nublada por las lágrimas. «¿Cómo voy a afrontar esto? ¿Cómo voy a ir a la gala esta noche y fingir que todo es normal cuando mi mundo se está desmoronando?».
Alexander le secó una lágrima de la mejilla con el pulgar. «Paso a paso. Momento a momento. Y no sola». Apoyó la frente contra la de ella. «Nunca sola».
Camille cerró los ojos, sacando fuerzas de su presencia. Al cabo de un rato, su respiración se estabilizó. La conmoción inicial por la revelación de Victoria se estaba desvaneciendo, dejando en su lugar un dolor sordo.
«Deberíamos volver abajo», dijo ella finalmente. «Victoria nos necesita. Y tenemos que prepararnos para la gala».
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