Exesposa desechada: Renaciendo de las cenizas - Capítulo 283
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Capítulo 283:
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Solo sus ojos delataban su confusión interior. Camille respiró hondo y enderezó los hombros. Pasara lo que pasara esa noche, lo afrontaría con la fuerza y la dignidad que Victoria le había enseñado. No se acobardaría. No se escondería.
Incluso cuando la sombra de su pesadilla se cernía sobre ella como una nube tormentosa, lista para estallar.
Su teléfono sonó con un mensaje de Alexander: «Todo seguro. Listo cuando tú lo estés».
Camille respondió: «Voy para allá».
Con una última mirada al espejo, cogió su pequeño bolso de mano y se dirigió a la puerta. La gala la esperaba. Sus invitados llegarían pronto. El espectáculo debía continuar.
A pesar de la voz en su cabeza que le susurraba: «El peligro se acerca. El peligro se acerca. El peligro se acerca».
Y no había nada que pudiera hacer para detenerlo.
Camille llamó a la puerta del despacho de Victoria, con los archivos bajo el brazo. Los planes de seguridad para la gala necesitaban una aprobación final y, a pesar de la reticencia de Victoria con respecto al evento, Camille sabía que ella querría revisar los detalles.
Al no obtener respuesta, volvió a llamar.
Seguía sin haber respuesta.
Camille giró el pomo, esperando encontrar la oficina vacía. En cambio, encontró a Victoria desplomada en su silla, con los ojos cerrados y el rostro pálido como el papel. Un pequeño frasco de pastillas se había volcado sobre el escritorio y su contenido se había esparcido sobre documentos importantes.
«¿Victoria?», Camille se apresuró a acercarse, olvidándose de los archivos, que cayeron al suelo.
Victoria abrió los ojos. Por un momento, la confusión nubló su rostro, pero luego la reconoció. —Camille. Solo estaba descansando la vista.
Pero Camille no la escuchaba. Su mirada se había fijado en el frasco de pastillas. La etiqueta estaba hacia arriba, con la palabra OXICODONA impresa en negrita, junto con el nombre de Victoria.
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—¿Qué son estas? —Camille cogió el frasco, sintiendo un nudo en el estómago. «¿Por qué estás tomando analgésicos tan fuertes?».
Victoria se enderezó en la silla, componiéndose con un esfuerzo visible. «No es nada. Solo algunas molestias de la operación».
«Esto no es para «algunas molestias»», dijo Camille, leyendo la dosis en la etiqueta. «Esto es para dolores fuertes. Y tu operación fue hace meses. Ya deberías estar completamente recuperada».
Victoria intentó coger el frasco, pero Camille lo apartó.
«Dime la verdad», dijo Camille con voz temblorosa. «¿Qué está pasando realmente?».
Algo cambió en los ojos de Victoria: una rendición, una resignación. Suspiró profundamente, abrió el cajón de su escritorio y sacó una carpeta.
«Iba a contártelo después de la gala», dijo, deslizando la carpeta por el escritorio.
«No quería distraerte. No con Rose todavía ahí fuera. No con todo lo que está en juego».
Camille miró fijamente la carpeta, sin atreverse a abrirla. El logotipo del hospital grabado en la portada le decía todo lo que necesitaba saber.
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