Exesposa desechada: Renaciendo de las cenizas - Capítulo 275
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Capítulo 275:
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Se equivocaban.
Rose se secó la cara y empezó a empaquetar sus pocas pertenencias. No podía quedarse allí más tiempo. Necesitaba un nuevo escondite, algún lugar más cercano al Grand Plaza Hotel. Algún lugar desde donde pudiera observar cómo se desarrollaba el caos.
Mientras cerraba la cremallera de su bolsa, Rose se sintió más tranquila de lo que había estado en días. El camino a seguir estaba ahora claro. Un último golpe. Una última oportunidad para la venganza que se merecía.
Camille le había quitado todo: su futuro, su reputación, su libertad. Ahora Rose le quitaría todo a Camille, empezando por la preciada gala benéfica que se negaba a cancelar.
La Fundación Phoenix. Qué apropiado que todo acabara en llamas.
Rose revisó la habitación por última vez, asegurándose de no haber dejado nada atrás. Luego salió por la puerta trasera, colocándose una gorra de béisbol que le cubría el rostro.
Tres días para la gala. Tres días para prepararse para la noche más importante de su vida. Tres días para que Camille Kane supiera lo que era una verdadera pérdida.
Primero vino el dolor. Un dolor profundo y ardiente en el pecho que parecía latir con cada latido del corazón. Luego, los sonidos se filtraron: el pitido constante de las máquinas, el chirrido de los zapatos de suela de goma sobre el linóleo, voces apagadas más allá de su alcance.
Herod Preston abrió los ojos.
La habitación del hospital se enfocó lentamente. Techo blanco. Cortinas azules. Tubos que le llegaban a los brazos. Y un hombre con traje oscuro sentado a su lado, mirándolo con ojos cansados.
—Señor Preston —dijo el hombre, inclinándose hacia delante—. Soy el agente especial Morgan Witn, del FBI. ¿Puede oírme?
Herod intentó hablar, pero tenía la garganta como papel de lija. Apareció una enfermera con un vaso pequeño de agua y una pajita. Bebió un sorbo y el líquido frío le resultó doloroso y reconfortante a la vez al bajar por su garganta.
—Sí —logró decir finalmente, con una voz ronca y susurrante—. Le oigo.
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El agente Morgan asintió con la cabeza a alguien que Herod no podía ver. Una mujer entró en escena, también vestida con un traje oscuro.
—Soy la agente Chen —se presentó—. Lleva cuatro días inconsciente, señor Preston. ¿Recuerda lo que pasó?
Los recuerdos lo golpearon como un golpe físico. La habitación del motel. La llamada al FBI. La cara de Rose cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo. El sonido de los disparos. El dolor ardiente en su pecho.
«Rose», dijo, con una voz apenas superior a un susurro. «Rose me disparó».
Los agentes intercambiaron miradas.
«Rose Lewis», confirmó el agente Morgan. «La hemos estado buscando, pero ha desaparecido».
Herod cerró los ojos brevemente, reuniendo fuerzas. Cada palabra le costaba, pero necesitaba hablar. Necesitaba decir finalmente la verdad.
«Ella estaba detrás de todo», dijo, pronunciando cada palabra con cuidado y deliberadamente. «Los atentados. El sabotaje. Todo».
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