Exesposa desechada: Renaciendo de las cenizas - Capítulo 267
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 267:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«Siempre me creen, Herod». Rose apretó de nuevo el dedo sobre el gatillo. «Todo el mundo lo hace. Soy muy convincente».
Él intentó alcanzar el teléfono que había rodado por el suelo. Rose le pisó la mano, aplastándola con el talón. Él jadeó de dolor.
«¿Dónde está la grabadora?», exigió ella.
Herod cerró los ojos brevemente y luego los volvió a abrir. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios. «Desaparecida».
«No me mientas». Rose se arrodilló a su lado, apuntándole con la pistola a la cabeza mientras le registraba los bolsillos con la mano libre. No encontró nada. «¿Dónde está?».
«A salvo». La sangre brotaba de la comisura de su boca. «Las pruebas… contra ti».
El pánico volvió a apoderarse de Rose. Las sirenas estaban más cerca ahora, tal vez a solo unas cuadras de distancia. «Dime dónde está o haré que tus últimos momentos sean muy dolorosos».
La respiración de Herod se había vuelto más dificultosa. Cada palabra parecía costarle un esfuerzo tremendo. «Tú… no puedes… hacerme daño… más».
Rose se puso de pie, apuntando con la pistola directamente a su rostro. «Última oportunidad. ¿Dónde está la grabadora?».
«Con… alguien… que sabrá… qué hacer…». La voz de Herod se desvaneció hasta convertirse en un susurro. «Charles… estaría… orgulloso».
La rabia estalló en el pecho de Rose. Incluso moribundo, Herod la desafiaba. A pesar de tener una pistola apuntándole a la cara, no le daba lo que ella quería.
Apretó el gatillo con el dedo.
Las sirenas resonaron en el aparcamiento exterior, y las luces rojas y azules parpadearon a través de las finas cortinas. Se oyeron portazos y voces dando órdenes.
Rose ya no tenía tiempo para un disparo certero. Tenía que huir.
Disparó una vez más y la bala impactó en el suelo junto a la cabeza de Herod. No era un disparo mortal, pero bastaba para dejar claro su mensaje. «Esto no ha terminado», siseó, y luego se dio la vuelta y corrió hacia la ventana del baño.
Sigue la historia en ɴσνє𝓁α𝓼𝟜ƒα𝓷.𝓬〇𝗺
Era pequeña, pero Rose era más pequeña aún. La abrió a la fuerza y se coló por ella, cayendo en el estrecho callejón detrás del motel. Su coche estaba delante, ahora bloqueado por los vehículos del FBI. Tendría que encontrar otra salida.
Detrás de ella, se oían gritos procedentes de la habitación del motel. Habían encontrado a Herod. Pronto la estarían buscando a ella.
Rose corrió por el callejón, alejándose del motel, alejándose de las sirenas, alejándose del hombre al que había disparado pero no matado. Su mente se aceleró con las posibilidades, los planes de contingencia se formaban y se disolvían con cada paso.
Herod podría sobrevivir. Podría contárselo todo. Pero sin la grabadora, sin pruebas, sería su palabra contra la de ella. Y Rose siempre había sido muy buena haciendo que la gente la creyera.
Necesitaría una nueva identidad. Nuevos documentos. Dinero. Ya lo tenía todo preparado, por si su plan salía mal. Por si tenían que desaparecer después de destruir a Camille y Victoria Kane.
Ahora, utilizaría esos preparativos para salvarse a sí misma.
.
.
.