Exesposa desechada: Renaciendo de las cenizas - Capítulo 266
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 266:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Ahora era su única opción.
El peso del arma le resultaba extraño en la mano cuando la sacó del bolso. Había visto suficientes películas como para saber cómo sostenerla, cómo apuntar. Pero la realidad, el peso sólido de la muerte en la palma de su mano, le revolvió el estómago.
Rose no se permitió dudar. La duda era para gente débil, gente como Camille, que siempre buscaba a alguien que tomara las decisiones por ella. Rose no era débil. Lo había demostrado una y otra vez.
Las sirenas sonaban cada vez más fuerte. Minutos, quizá segundos, antes de que llegaran.
Caminó de vuelta hacia la habitación 17, con pasos firmes a pesar de la tormenta que se desataba en su mente. Todos esos años luchando por escapar del sistema de acogida. Todos esos años…
Fingiendo ser la hija adoptiva perfecta. Todos esos años viendo cómo Camille obtenía todo lo que Rose se merecía.
No dejaría que Herodes se lo quitara todo. No ahora. No cuando estaba tan cerca de ganar.
Fuera de la habitación 17, Rose se detuvo y escuchó. A través de la delgada puerta, podía oír la voz de Herod. Las palabras no eran claras, pero el tono era inconfundible. Se lo estaba contando. Les estaba dando detalles. La estaba traicionando.
Rose levantó la pistola, apuntó a la puerta y apretó el gatillo.
La explosión del sonido la sorprendió. La pistola saltó en su mano, el retroceso fue más fuerte de lo que esperaba. Apareció un agujero en la puerta de madera barata.
Dentro, la voz de Herod se detuvo.
No era suficiente. No podía estar segura. Volvió a disparar. Y otra vez. Ahora había tres agujeros en la puerta, formando un triángulo irregular.
Silencio dentro de la habitación.
¿Ya leíste esto? Solo en ɴσνєʟα𝓼4ƒα𝓷.c○𝗺 antes que nadie
Rose se acercó y pegó la oreja a la puerta. Nada. Ni siquiera un movimiento.
¿Le había dado? ¿Estaba muerto? ¿Herido?
Tenía que saberlo. Tenía que estar segura.
Con la mano izquierda, Rose giró lentamente el pomo de la puerta. La puerta se abrió con un chirrido.
Herod yacía en el suelo cerca de la cama, con el teléfono caído de su mano. La sangre se extendía por su pecho, manchando su camisa blanca con círculos rojos cada vez más grandes. Tenía los ojos abiertos, mirando al techo, y movía ligeramente la boca como si intentara articular palabras.
—Rose —logró decir, con un nombre apenas audible.
Entró en la habitación, con la pistola aún en alto. «No debiste haberme traicionado», dijo, con una voz más firme de lo que se sentía.
«Ellos… sabrán…», dijo entre respiraciones superficiales.
«No sabrán nada», respondió Rose. «Para cuando te encuentren, yo ya me habré ido. Y si vienen a por mí, les diré que estabas obsesionado conmigo.
Que me obligaste a ayudarte. Que temía por mi vida».
Los ojos de Herodes encontraron los de ella, llenos de una claridad que la inquietó. Incluso moribundo, la veía a través de ella. «No… te creerán».
.
.
.