Exesposa desechada: Renaciendo de las cenizas - Capítulo 260
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Capítulo 260:
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«Lo están», convino Victoria. «Mejor de lo que esperaba. Él ha sido bueno para ella». Hizo una pausa. «He hecho las paces con él. Y con otros también».
«¿Otros?».
Victoria sonrió levemente. «La muerte enfoca la mente de manera maravillosa, señora Lewis. He pasado décadas construyendo una fortaleza de rencores y venganzas. Ahora, me encuentro… saldando cuentas».
«El perdón no parece ser tu estilo», observó Margaret.
«No es perdón», corrigió Victoria. «Reconciliación cuando es posible. Resolución cuando es necesario». Bajó la vista hacia su escritorio, hacia el informe médico que había dejado a un lado. «Yo también he cometido errores, ¿sabes? He herido a gente por orgullo, por ira o por dolor…».
«¿Como quién?», preguntó Margaret con voz suave.
Victoria consideró la pregunta. «Como tú. Te quité a Camille».
Margaret negó con la cabeza. «No. La perdimos por nuestra propia ceguera. Tú la salvaste».
«Quizás», Victoria hizo una pausa, sintiendo otra oleada de dolor. «Pero también quería castigarte. Para mostrarte lo que una madre de verdad haría por su hija».
La confesión quedó suspendida en el aire entre ellas. Victoria se sorprendió de lo aliviada que se sentía tras haberlo dicho en voz alta.
—¿Fuiste una madre de verdad para tu propia hija? —preguntó Margaret en voz baja—. ¿Antes de que muriera?
La pregunta debería haberla enfadado. En cambio, Victoria sintió una extraña necesidad de responder con sinceridad. —No. Estaba demasiado ocupada construyendo mi imperio. Demasiado centrada en demostrar mi valía en un mundo de hombres. —Bajó la voz—. Sophia pagó el precio de mi ambición. Murió porque me hice enemigos que se vengaron de ella.
—Lo siento —dijo Margaret, y parecía sincero.
Victoria rechazó con un gesto la compasión. —Por eso acogí a Camille. Me recordaba a Sophia. A lo que podría haber sido si la hubiera protegido mejor. —Miró directamente a Margaret—. No cometeré el mismo error con Camille. La protegeré hasta mi último aliento.
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—¿Y después? —preguntó Margaret. «¿Y entonces?».
«Después de eso, te tendrá a ti. Y a Pierce. Y las herramientas que le he dado para protegerse». La voz de Victoria se fortaleció con determinación. «Pero necesito tu palabra. Tu promesa solemne de que serás la madre que ella se merece. Que nunca volverás a elegir a Rose antes que a ella, sin importar las mentiras que Rose te cuente».
Margaret se puso de pie, con una fuerza inesperada en su postura. «Lo prometo. Por mi vida. Elijo a Camille. A partir de ahora, siempre elegiré a Camille».
Victoria asintió, satisfecha. «Entonces hay una cosa más que necesito de ti».
«No le cuentes a Camille mi estado. Todavía no. Deja que se centre en Phoenix Grid, en las amenazas de Rose. Deja que disfrute de este tiempo sin la sombra de mi muerte cerniéndose sobre ella».
Margaret frunció el ceño. «Se merece saberlo».
«Se merece paz», replicó Victoria. «Tiempo para ser feliz con Pierce. Tiempo para centrarse en construir algo, no en perder a alguien».
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