Exesposa desechada: Renaciendo de las cenizas - Capítulo 194
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Capítulo 194:
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La sonrisa de Alexander ocultaba secretos. «No del todo. Sabía que el collar se subastaría. No sabía que combinaría tan perfectamente con tu vestido».
«Treinta millones de dólares», murmuró ella, todavía atónita. «Por un collar».
«Por ti», la corrigió él. «Y por ellos». Hizo un gesto sutil hacia la multitud que observaba. «A veces, el teatro tiene un propósito más allá del entretenimiento».
Entonces lo entendió. No era solo un regalo. Alexander estaba consolidando la narrativa pública que querían, el multimillonario enamorado de su poderosa novia…
Su relación era demasiado genuina como para ser cuestionada, demasiado pública como para ser socavada por más escándalos.
El resto de la subasta pasó como una exhalación. Camille era muy consciente del peso del collar sobre su piel, del ocasional roce de la mano de Alexander contra la suya y del cambio en las miradas que les dirigían. Ya no eran solo de curiosidad, sino de aprobación abierta, incluso de envidia.
Cuando terminó el acto formal y la multitud se dispersó para bailar y seguir socializando, Alexander la llevó a un rincón tranquilo, parcialmente oculto por unas palmeras en macetas.
—¿Demasiado? —preguntó él, estudiando su rostro—. Debería haberte avisado.
Camille tocó el zafiro. —Es precioso. Pero treinta millones, Alexander… ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Sigue siendo para contrarrestar a Rose y Herod? ¿Para proteger nuestras empresas? ¿O ahora es otra cosa?
Los dedos de Alexander recorrieron la línea del collar y luego la curva de su mandíbula. —¿Tiene que ser solo una cosa?
La pregunta quedó suspendida entre ellos, cargada de posibilidades que ninguno de los dos había reconocido del todo. Camille pensó en lo lejos que habían llegado desde el colapso de Victoria, pasando de ser aliados estratégicos a algo mucho más complejo, mucho más real.
—No —admitió finalmente—. Supongo que no».
Su sonrisa iluminó sus ojos, arrugando las comisuras de una forma que Camille había llegado a apreciar. «Entonces disfrutemos de esta noche. Solo nosotros, sin estrategias, sin planes».
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Durante el resto de la velada, bailaron, rieron y se mezclaron con auténtica naturalidad. El zafiro brillaba contra la piel de Camille, reflejando la luz con cada movimiento y atrayendo las miradas de admiración de todos los que pasaban a su lado. Cuando se marcharon, las fotos de su beso ya se habían difundido por las redes sociales, acompañadas de titulares que celebraban la nueva pareja poderosa de Nueva York. Lo que Rose había pretendido como un arma contra ellos, la exposición de su relación, se había convertido en su mayor fortaleza.
Al subir al coche que los esperaba, Alexander llevó la mano de Camille a sus labios. «¿Una noche exitosa?».
Ella sonrió, tocando el collar que ahora simbolizaba no solo su extravagante gesto, sino también la declaración pública de su relación. «Muy exitosa».
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