Exesposa desechada: Renaciendo de las cenizas - Capítulo 193
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 193:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Alexander levantó la mano. «Treinta millones».
La sala quedó en completo silencio. Camille se volvió hacia él, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Él le devolvió la mirada con una pequeña sonrisa, privada a pesar de estar en un lugar público.
«Treinta millones de dólares del Sr. Alexander Pierce», repitió el subastador, conteniendo a duras penas su alegría. «¿Hay alguien que ofrezca treinta y uno?».
El príncipe saudí lo pensó un momento y luego negó ligeramente con la cabeza, admitiendo su derrota.
«Treinta millones a la una. A la dos…». El subastador hizo una pausa dramática. «¡Vendido al señor Alexander Pierce!».
Estalló un aplauso, esta vez con un trasfondo de emoción. Alexander se puso de pie y se abrochó la chaqueta mientras se dirigía al escenario para reclamar su compra.
Camille lo observaba con el corazón acelerado. Esto no estaba planeado. Habían discutido su estrategia para la velada en detalle, y en ningún momento se había incluido que Alexander pujara treinta millones de dólares por un collar.
Aceptó la caja de terciopelo y luego se volvió hacia el público. «Creo que una joya tan hermosa merece ser lucida, no guardada en una caja. Con su permiso, me gustaría regalar este collar a la mujer que ha traído una alegría inesperada a mi vida».
Todas las miradas se volvieron hacia Camille. Ella se quedó paralizada, atrapada entre la timidez y una emoción palpitante en su pecho.
«Camille», dijo Alexander formalmente, aunque sus ojos transmitían una calidez que solo ella podía reconocer. «¿Me harías el honor?».
La sala contuvo la respiración mientras Camille se levantaba de su asiento. Sus piernas se sentían inestables mientras caminaba hacia él, consciente de que cientos de ojos seguían cada uno de sus movimientos y de que los teléfonos la grababan discretamente.
Llegó al lado de Alexander y se giró para darle la espalda. Con movimientos cuidadosos, él sacó el collar de zafiros de su nido de terciopelo. El peso del collar se posó sobre la clavícula de Camille mientras él abrochaba el cierre, con los dedos cálidos contra su cuello.
Cuando se volvió para mirarlo de nuevo, algo en su expresión le cortó la respiración. No era solo para aparentar, no era solo otra jugada estratégica. Era real.
Historias nuevas cada día en ɴσνєℓα𝓼𝟜ƒα𝓷.𝒸𝑜𝓂
Alexander le acarició la cara con las manos con una ternura inesperada. «Perfecto», murmuró, tan bajo que solo ella pudo oírlo. «Combina con tus ojos». Luego la besó, no un beso cortés para el público, sino un beso real, profundo y sin prisas. Camille se encontró respondiendo sin pensar, con las manos en los hombros de él, su cuerpo inclinándose hacia el suyo como si estuvieran solos en lugar de rodeados por la élite de Nueva York.
El público estalló en aplausos y vítores. Los flashes de las cámaras los rodeaban, capturando el momento para las páginas de sociedad del día siguiente.
«Lo has planeado», acusó Camille en voz baja, con los dedos tocando el pesado zafiro de su garganta.
.
.
.