Exesposa desechada: Renaciendo de las cenizas - Capítulo 168
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 168:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Su mano encontró la de ella y entrelazaron los dedos. «Deberíamos comer. El chef preparó el almuerzo antes de que saliéramos del puerto deportivo».
«Más tarde», murmuró Camille, atrayéndolo hacia ella.
Esta vez, no hubo vacilación en su beso, ni dudas, solo certeza.
Camille sintió que algo se desplegaba en su interior, no solo deseo, sino una especie de renacimiento. La mujer que había estado destrozada, que se había reconstruido a sí misma para convertirse en un arma de venganza, se estaba convirtiendo en algo completamente diferente. Alguien que podía desear cosas para sí misma, no solo la destrucción de sus enemigos.
Se trasladaron juntos bajo cubierta, al camarote principal, con su amplia cama y sus ventanas que enmarcaban el océano infinito. Allí, con la luz del sol filtrándose a través de las sábanas enredadas, Camille se permitió sentir todo lo que había negado durante tanto tiempo: placer, ternura, hambre, alegría.
Después, se tumbaron juntos, con la cabeza de ella sobre el pecho de Alexander, escuchando el ritmo constante de los latidos de su corazón. El yate se balanceaba suavemente bajo ellos, con el agua como una nana contra el casco.
«Nunca esperé esto», dijo Camille en voz baja. «A ti. Este sentimiento. Nada de esto».
Los dedos de Alexander trazaron dibujos a lo largo de su hombro desnudo. «Cuando nos conocimos de verdad, sin contar aquella habitación de hospital hace años, ¿qué viste?».
—A un hombre poderoso que podía ayudarme a destruir a mis enemigos —admitió—. A un aliado útil. A un medio para alcanzar un fin.
—¿Y ahora?
Camille se incorporó apoyándose en un codo y lo miró a los ojos. —A alguien que conoce todas mis piezas rotas y no intenta arreglarlas. A alguien que ve a la mujer que hay detrás de la venganza, detrás del poder. A alguien que me hace preguntarme qué pasará cuando todo esto termine.
Alexander sonrió y le apartó un mechón de pelo detrás de la oreja. —¿Y eso te aterroriza?
—Por completo —admitió ella.
Capítulos actualizados en ɴσνєʟα𝓼4ƒ𝒶𝓷.c🍩𝗺 sin censura
—Bien —dijo él, atrayéndola hacia sí—. El terror significa que importa.
Permanecieron así durante mucho tiempo, olvidándose del mundo más allá del yate. Finalmente, se vistieron y regresaron a la cubierta, donde les esperaba el almuerzo: marisco.
Y pan fresco, fruta y queso: placeres sencillos que sabían mejor allí, con el cielo inmenso sobre ellos y la ciudad fuera de su vista.
Cuando el sol comenzó a descender hacia el horizonte, Camille se paró de nuevo junto a la barandilla, observando cómo la luz cambiaba de dorada a ámbar sobre el agua. Alexander se paró detrás de ella, rodeándole la cintura con los brazos y apoyando ligeramente la barbilla sobre su cabeza.
«Deberíamos volver pronto», dijo, aunque no hizo ningún movimiento para soltarla. Camille asintió, pero se quedó donde estaba, memorizando el momento: el calor de Alexander contra su espalda, la sal en sus labios, las infinitas posibilidades del horizonte.
.
.
.