Exesposa desechada: Renaciendo de las cenizas - Capítulo 134
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Capítulo 134:
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«Mi vida personal ya no es asunto tuyo». Rose hizo una señal a un camarero que pasaba por allí. «Un vodka martini, extra seco».
Stefan se inclinó hacia delante. «Sé lo que estás planeando, Rose. Tú y Preston. Con la Red Fénix».
Rose entrecerró los ojos. «¿Has estado hablando con tus nuevos amigos de Kane Industries? ¿O quizá directamente con mi querida hermana?». Las últimas palabras rezumaban veneno.
«Me lo dijo Eduardo Martínez». Stefan observó atentamente su reacción. Eduardo era un viejo amigo de la familia Rodríguez, alguien con contactos en toda la comunidad empresarial de la ciudad. «Te vio con Preston en el puerto deportivo la semana pasada. Te oyó hablar del lanzamiento de la Red».
La risa de Rose no tenía nada de gracioso. «Eduardo siempre ha tenido una imaginación desbordante. Y una lengua muy suelta». Cogió el martini del camarero con una sonrisa fría. «¿Me has llamado aquí basándote en rumores de segunda mano? Qué patético».
«No es solo Eduardo». Stefan mantuvo la voz baja y firme. «Toda la ciudad está hablando del sabotaje».
La mano de Rose se movió tan rápido que él no la vio venir. La bofetada le cruzó la cara, haciendo que su cabeza se girara bruscamente hacia un lado. El bar se quedó en silencio momentáneamente, con docenas de ojos volviéndose hacia ellos.
«Pagarás por esto», siseó Rose, con su perfecta compostura destrozada. «Pagarás por la vergüenza. Por la traición».
Se inclinó hacia él, con la cara a pocos centímetros de la suya. «Te lo di todo, Stefan. ¿Y así es como me lo pagas? ¿Volviendo con ella?».
Stefan se tocó la mejilla dolorida, sintiendo una extraña indiferencia hacia el dolor. «No estoy volviendo con nadie. Estoy intentando hacer lo correcto después de toda una vida haciendo lo incorrecto».
—Qué noble —dijo Rose con voz venenosa—. Bueno, disfruta de tu nueva conciencia mientras puedas. Porque dentro de unos días estarás tan arruinado como Camille y Victoria Kane.
Se enderezó y se alisó el vestido con manos temblorosas—. Adiós, Stefan. La próxima vez que nos veamos, me suplicarás que te perdone.
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—Rose, por favor. Stefan hizo un último intento. «Sea lo que sea lo que Preston y tú hayáis planeado, no te traerá paz. No arreglará lo que pasó en tu pasado. Solo empeorará las cosas».
«¿Paz?», Rose soltó una risa frágil. «No quiero paz, Stefan. Quiero justicia. Y la conseguiré, contigo o sin ti».
Se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta con la espalda rígida y pasos rápidos y precisos. Los clientes del bar la vieron marcharse y luego volvieron a sus bebidas y conversaciones, olvidando ya el drama.
Pero Stefan no podía olvidarlo. Las palabras de Rose resonaban en su mente, cada una cargada de amenaza. Faltaban unos días para el lanzamiento de Grid. Tres días para la catástrofe que ella y Preston habían planeado.
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