Exesposa desechada: Renaciendo de las cenizas - Capítulo 117
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Capítulo 117:
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«Solo retrasa el proyecto», le había dicho el hombre. «No es nada peligroso. Solo los problemas suficientes para que nuestra empresa tenga tiempo de ponerse al día».
Pero a medida que las modificaciones se hacían más extensas, Walsh empezó a sospechar que eso no era cierto. Aun así, no podía echarse atrás. No después de las sutiles amenazas del hombre sobre sus hijos. No después de aceptar el primer pago.
Cerró el panel de acceso y guardó sus herramientas. Un componente más instalado según los planos modificados. Un paso más cerca de acabar con esta pesadilla.
Su teléfono vibró en su bolsillo. Walsh dio un respingo y casi se le cae la caja de herramientas. Su corazón latía con fuerza mientras miraba el identificador de llamadas: DESCONOCIDO.
Con dedos temblorosos, respondió: «¿Hola?».
«Informe de progreso». La voz del hombre era suave, culta, sin revelar ningún indicio de emoción.
Walsh tragó saliva. «Esta noche he instalado el conector J-14, tal y como indicaban los planos. Es el último de la sección este».
«¿Y alguien ha cuestionado tu trabajo?».
«No», respondió Walsh, a quien la mentira le salía con facilidad tras semanas de práctica. «El equipo de ingeniería está centrado en la red principal. Nadie está revisando los sistemas secundarios».
«Excelente». El hombre hizo una pausa. «¿Alguna actividad inusual en el lugar? ¿Cambios en la seguridad? ¿Trabajo nocturno?».
Walsh dudó. Había notado que algunos miembros del equipo diurno se quejaban de que se trasladaran equipos durante la noche, pero había supuesto que se trataba simplemente de otro equipo que trabajaba en un horario diferente.
«No», dijo finalmente. «Todo es normal».
«Bien. Continúe según lo previsto. Recuerde, Sr. Walsh, el futuro de sus hijos depende de su discreción».
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La línea se cortó. Walsh se quedó mirando el teléfono, con la bilis subiéndole por la garganta. ¿En qué se había metido?
De vuelta en el laboratorio de Kane Industries, el equipo de Hannah trabajaba en silencio, concentrado. En la pantalla principal, una cuenta atrás digital mostraba los días que faltaban para que la red Phoenix estuviera plenamente operativa: 5 días, 7 horas y 42 minutos.
Hannah se movía entre las estaciones de trabajo, comprobando el progreso y haciendo ajustes. A pesar de su agotamiento, su mente seguía estando despierta. Este era el problema de ingeniería más difícil al que se había enfrentado nunca: no solo corregir el sabotaje técnico, sino hacerlo en secreto, manteniendo la ilusión de que todo seguía su curso normal.
«¿Señorita Zhao?». Uno de los ingenieros más jóvenes la llamó, señalando un diagrama de circuitos. «Creo que he encontrado otro. Es sutil, pero el regulador de potencia ha sido modificado para permitir una tolerancia del diez por ciento en lugar del cinco por ciento estándar».
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